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Capítulo
-95
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De Jbn Shammasa se transmitió que dijo:
"Nos presentamos a ver a Amra Ibn Al As, Allah esté complacido con él, cuando estaba
agonizando. Y llorando largamente volvió su rostro hacia la pared para que no se viera su
llanto. Y le dijo su hijo: '¡Papaíto! ¿Es que no te ha anunciado el Mensajero de Allah, Él le
bendiga y le dé paz, que obtendrás el perdón y la misericordia?'
Y volviendo de nuevo su rostro, dijo: 'Verdaderamente lo mejor que podemos preparar
para la otra vida es nuestro testimonio de que no hay más dios que Allah y que Muhammad es
el Mensajero de Allah.
Verdaderamente yo he pasado por tres estados; primero en Yahilía me he visto a
rrú
mismo sin que hubiera otro que odiara más enérgicamente que yo al Mensajero de Allah, Él le
bendiga y le dé paz. Y nadie hubiera querido matarlo más que yo, de haber podido. Pues, si yo
hubiese muerto en ese estado (en el estado de Yahilia), hubiese sido de la gente del Fuego.
Después, cuando Allah puso el Islam en mi corazón, fui al Profeta, Allah le bendiga y le
dé paz, y le dije: 'Extiende tu mano derecha que te voy a dar mi bayá.'
Extendió, pues, su mano derecha y yo encogí mi mano y dijo: '¿Qué te pasa, Amra?'
Dije: 'Quiero poner una condición.'
Dijo: '¿Que condición quieres poner?'
Dije: 'Que se me perdone.'
Dijo: '¿Es que acaso no sabes que el Islam elimina y deshace todo lo anterior. Y que la
Hiyra elimina lo anterior a ella. Y que la peregrinación deshace todo lo anterior?' Y en ese
estado no había nadie más querido para
rrú
que el Mensajero de Allah, Él le bendiga y le dé
paz. Ni nadie tan majestuoso como él. De tal forma que si me pidieran que lo describiese, no
podría hacerlo. Porque era tal su majestuosidad que no me atrevía ni a mirarlo, y sin verlo no
podría describirlo. Y si hubiera muerto en ese estado, habóa deseado ser de la gente del Jardín.
Después, se nos encomendaron asuntos de los que se derivaban responsabilidades, que
no sé si cumplimos con ellas o no y cuál es mi situación con respecto a ellas. Y, si muero, que
no me acompañen ni gritos ni fuego*. Y cuando me enterréis, arrojad la tierra sobre
rrú
lentamente. Después permaneced alrededor de mi tumba el tiempo que se tarda en sacrificar
un camello y repartir su carne. De
tal
forma que me hagáis compañía y vaya viendo lo que voy
a responder a los ángeles enviados por mi Señor'."
(Lo relató Muslim)
*De aquí se deduce que un enterramiento no se puede acompañar con
gritos de histeria ni fuegos encendidos como antorchas, por ejemplo.
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