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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
después del ‘asr; luego lo vi rezándolas. Unas mu-
jeres ansâríes estaban conmigo; así que envié a
una sierva y le instruí: ‘Párate a su lado y dile que
Umm Salama le dice: ‘¡Mensajero de Dios! Te oí
prohibir estas dos (rak‘ât) y te veo que las rezas’. Si
te señala con su mano espéralo’. Así lo hizo la chi-
ca; él le señaló y ella lo esperó. Cuando el Profe-
ta (B y P) terminó su oración dijo: «¡Hija de Abû
Umayya! Preguntaste por las dos rak‘ât después
de ‘asr. Pues me llegó gente de ‘Abd Al-Qays y me
mantuvieron ocupado y no pude rezar las dos
rak‘ât después del dhuhur. Estas dos que recé son
por aquéllas»’.
23. El Libro de los Funerales
I
Quien tuvo por últimas pala-
bras: ‘lâ ilâha illâ allah’
633.
Abû Dharr dijo: ‘El Mensajero de Dios
(B y P) dijo: «Me llegó alguien de mi Señor y me
informó –o: Me albrició– que quien muera de mi
nación sin haber asociado nada a Dios entrará al
Paraíso». Dije: ‘¿Aunque haya fornicado y roba-
do?’ Dijo: «Aunque haya fornicado y robado»’.
634.
‘Abdullah dijo: ‘El Mensajero de Dios
(B y P) dijo: «Quien muere asociando algo a Dios
entrará al Infierno». Y yo dije: ‘Quien muera sin
asociar nada a Dios entrará al Paraíso».
II
La orden de seguir los
funerales
635.
Al-Barâ’ bin ‘Âzib dijo: ‘El Mensajero de
Dios (B y P) nos ordenó hacer siete cosas y nos
prohibió siete cosas. Nos ordenó:
1. Seguir las procesiones fúnebres,
2. visitar a los enfermos,
3. aceptar las invitaciones,
4. ayudar a los oprimidos,
5. cumplir nuestros juramentos,
6. responder a los saludos y
7. decir: ‘
Yarhamuk Allah
’ (Dios te bendiga) a
quien estornuda.
Y nos prohibió: Los cubiertos de plata, los ani-
llos de oro, las ropas con seda, Al-diybáÿ (seda
pura), el qusay y el istabraq (dos tejidos con
seda)’.
III
Ver al muerto que ya fue en-
vuelto en su mortaja
636.
Jâriÿ bin Zayd bin Zâbit relató: Me dijo
Umm Al-‘Alá’, una mujer ansârí que juró fidelidad
al Profeta (B y P): ‘Los emigrantes (
al muhâÿirûn
)
fueron distribuidos (entre los ansâríes) por sor-
teo. A nosotros nos tocó recibir a ‘Uzmân bin
Madh‘ûn y lo hospedamos en nuestra casa. Luego
enfermó con la dolencia de la cual murió. Cuan-
do murió, fue lavado y amortajado en sus vesti-
mentas. El Mensajero de Dios (B y P) entró y yo
dije: ‘Que Dios tenga misericordia de ti, Abû As
Sâib. Doy testimonio de ti, Dios te ha honrado.’ El
Mensajero de Dios (B y P) dijo: «¿Y qué te hace
saber que Dios lo honró?» Dije: ‘¡Sacrifico a mi
padre por ti! ¡Mensajero de Dios! ¿A quién hon-
raría Dios entonces?’ Dijo: «Respecto a él, pues
le ha llegado la certeza de la muerte. ¡Por Dios!
Yo también le deseo lo mejor. Pero yo no sé ¡Por
Dios! Siendo el Mensajero de Dios, lo que Dios
hará conmigo»’. Ella agregó: ‘¡Por Dios! Nunca
atestiguaré de la piedad de nadie después de esto’.
637.
Ÿâbir bin ‘Abdullah dijo: ‘Cuando mi pa-
dre fue muerto, yo descubría su rostro amortaja-
do y lloraba. La gente me lo prohibía y el Profeta
(B y P) no me lo prohibía. Entonces mi tía pater-
na Fâtima se puso a llorar; el Profeta (B y P) le
dijo: «Llores o no llores, los ángeles lo cobijaban
con sus alas hasta que lo levantasteis»’.
IV
El hombre que informa de la
muerte de alguien a sus familia-
res en persona
638.
Abû Huraira relató que el Mensajero de
Dios (B y P) informó él mismo a la gente de la
muerte de Al-Naÿâshi en el mismo día que ocu-
rrió. Salió hacia el Mûsâlla, alineó a la gente y pro-
nunció cuatro takbîres (rezó la oración fúnebre).
639.
Anas bin Mâlik dijo: ‘El Profeta (B y P)
dijo: «Zayd tomó el estandarte pero fue muerto
(por los bizantinos). Luego lo tomó Ya‘far y tam-
bién fue muerto. Luego lo tomó ‘Abdullah bin