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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
to y los hombres lo cargan sobre sus hombros, si
el difunto era una persona piadosa, dice: ‘Presen-
tadme rápido’, y si el difunto no era piadoso dice:
‘¡Ay de mí! ¿Dónde lo lleváis?’ Todas las criaturas
lo pueden oír, menos el hombre, y si lo oyera se
desmayaría».
XXX
La prisa con el ataúd
669.
Abû Huraira relató que el Profeta (B y P)
dijo: «Apresuraos con el difunto, pues si es piado-
so, lo estáis llevando a algo bueno; y si no es así,
pues os quitáis un mal de encima».
XXXI
La virtud de acompañar a los
funerales
670.
Nâfi’ relató que se le dijo a Ibn ‘Umar que
Abû Huraira dijo: ‘Quien acompaña un funeral
recibirá un qirât ’. Dijo: ‘Abû Huraira habla de
una recompensa demasiado grande’. ‘Âisha con-
firmó lo dicho por Abû Huraira, pues dijo: ‘Yo oí
al Mensajero de Dios (B y P) decirlo’. Entonces,
Ibn ‘Umar dijo: ‘Pues hemos perdido muchos qi-
râts’.
XXXII
Es prohibido establecer mez-
quitas (o mûsallas) sobre las
tumbas
671.
‘Urwa relató que ‘Âisha dijo: ‘Durante la
enfermedad de la que murió, el Profeta (B y P)
dijo: «Dios ha privado de Su Providencia a los ju-
díos y cristianos que construyeron sobre las tum-
bas de sus profetas lugares de culto»’. Y añadió
‘Âisha: ‘Si no fuera por esas palabras la tumba del
Profeta (B y P) ya sería un monumento, pero aún
temo que se haga una mezquita.’
XXXIII
La oración fúnebre por la par-
turienta que murió dando a luz
672.
Samura bin Yundub dijo: ‘Recé detrás del
Profeta (B y P) por una mujer que murió dando a
(1) Es una medida antigua, origen del kilate actual.
luz; por ello él se paró frente a la mitad del cuer-
po’.
XXXIV
La recitación de Al-Fâtiha en
salât ul-ÿanâza
(la oración
fúnebre)
673.
Talha bin ‘Abdullah bin ‘Awf dijo: ‘Recé
por un muerto detrás de Ibn ‘Abbâs y él recitó Al-
Fâtiha y dijo: ‘Sepan que ésta es una sunna’.’
XXXV
El difunto oye los pasos de los
vivos
674.
Anas bin Mâlik relató que el Profeta
(B y P) dijo: «Cuando el siervo es puesto en su
tumba y sus compañeros se van mientras él escu-
cha sus pasos, llegan dos ángeles, lo sientan, y le
dicen: ‘¿Qué decías de este hombre, Muhammad
(B y P)?’ El dirá: ‘Doy testimonio de que es sier-
vo y Mensajero de Dios’. Se le dirá: ‘Mira tu lugar
en el Fuego; Dios te dará a cambio un lugar en el
Paraíso’». El Profeta (B y P) añadió: «Y los verá a
ambos. En cuanto al incrédulo o el hipócrita, dirá:
‘No sé, solía decir lo que decía la gente’. Se le dirá:
‘¿No conocías ni seguiste la guía del Corán?’ Lue-
go se le golpeará con un martillo de metal entre
los oídos y el gritará con un alarido que lo escu-
chará todo lo que esté cerca, excepto los humanos
y los genios».
XXXVI
Quien desea ser enterrado en
tierra santa o algo similar
675.
Abû Huraira dijo: ‘El Ángel de la muerte
fue enviado a Mûsâ (Moisés) (B y P); cuando lle-
gó él lo golpeó y le dañó un ojo. Así que el ángel
volvió a su Señor y le dijo: ‘Me enviaste a un sier-
vo que no quiere morir’. Dios le restauró su ojo
y le dijo:
Vé y dile que ponga su manos sobre un
toro y que vivirá el número de años igual al nú-
mero de pelos que queden debajo de su mano
. (El
ángel así lo hizo) Y Mûsâ (B y P) dijo: ‘¡Ay Señor!
¿Después qué?’ Le dijo: ‘La muerte’. Dijo: ‘Que sea
ahora’. Y pidió a Dios que lo acerque a un tiro de
piedra de la Tierra Santa. El Mensajero de Dios
(B y P) dijo: «Si estuviese allí os mostraría la tum-