Page 110 - Sahih Al-Bujari

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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
690.
‘Âisha dijo: ‘Lo que el Profeta (B y P) dijo
fue: «Con seguridad, ellos saben ahora que lo que
yo decía era verdad». Y Dios dijo:
Tú no puedes
hacer que los muertos oigan...
(27:80)’.
691.
Asmâ’ bint Abû Bakr dijo: ‘El Mensaje-
ro de Dios (B y P) se levantó para pronunciar un
sermón; mencionó la atribulación de la tumba
que aflige al hombre. Cuando mencionó eso los
creyentes lloraron estruendosamente.’
XLIV
Pedir refugio a Dios del casti-
go de la tumba
692.
Abû Ayyûb dijo: ‘El Profeta (B y P) salió
después del ocaso y se escuchó una voz escalo-
friante; el dijo: «Judíos; están siendo castigados en
sus tumbas»’.
693.
Abû Huraira dijo: ‘El Mensajero de Dios
(B y P) solía rogar diciendo: «
Allahumma inni
a‘údhu bika min ‘adhábil qabr wa min ‘adhábin
nar. Wa min fitnatil mahiá wal mamát; wa min
fitnatil masíh al Daÿÿâl
(¡Oh Dios! En Ti me refu-
gio del castigo de la tumba y del castigo del Fuego.
Y de la atribulación de la vida y de la muerte; y de
la atribulación del Falso Mesías)»’.
XLV
Al muerto se le muestra su
lugar (en el paraíso o en el
infierno) por la mañana y por
la tarde
694.
‘Abdullah bin ‘Umar relató que el Men-
sajero de Dios (B y P) dijo: «Cuando uno de vo-
sotros muere, se le muestra su lugar predestinado
por la mañana y por la tarde. Si es de la gente del
Paraíso, se le muestra su lugar en el Paraíso, y si
es de la gente del Infierno se le muestra su lugar
en el Infierno. Y se le dice: ‘Este es tu lugar reser-
vado hasta que Dios te resucite el Día de la Resu-
rrección’».
XLVI
Lo que se dijo sobre los hijos de
los musulmanes
695.
Al Barâ’ dijo: ‘Cuando murió Ibrahîm, el
Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Tiene una no-
driza en el Paraíso»’.
XLVII
Lo que se dijo sobre los hijos de
los politeístas
696.
Ibn ‘Abbâs dijo: El Mensajero de Dios
(B y P) fue preguntado por los hijos de los poli-
teístas; dijo: «Ya que Dios los creó, Él sabrá mejor
lo que harían».
697.
Samura bin Ÿundub dijo: ‘Cuando el Pro-
feta (B y P) terminaba de rezar el faÿr, se daba
vuelta hacia nosotros y preguntaba: «¿Quién de
vosotros ha tenido un sueño anoche?» Quien ha-
bía tenido un sueño lo relataba y él decía: «
Ma
sha’ Allâh
(es lo que Dios quiso)». Un día nos pre-
guntó: «¿Alguno de vosotros ha tenido un sueño
anoche?» Dijimos: ‘No’. Dijo: «Pues yo sí he te-
nido uno. Vi a dos hombres que vinieron a mí y
me tomaron por la mano. Me llevaron a la Tierra
Santa. Allí había un hombre sentado, junto a él
había un hombre de pie con un gancho de hie-
rro. Se lo metía (al hombre sentado) en la boca
hasta hacerlo llegar a su mandíbula; luego tira-
ba de él y le arrancaba la mejilla; y hacía lo mis-
mo con la otra mejilla. Mientras tanto la primera
mejilla recuperaba su forma original y el hombre
volvía a desgarrarla. Pregunté: ¿Qué es esto? Me
dijeron: ‘Partamos’. Y partimos hasta que llega-
mos donde había un hombre acostado de espal-
das y a su lado había un hombre de pie con una
piedra en sus manos y con ella le partía la cabeza
al hombre acostado. Cada vez que lo golpeaba, la
piedra escapaba de sus manos y hasta que él la
traía de vuelta, la cabeza del primero volvía a su
forma original. Y el hombre de la piedra lo gol-
peaba nuevamente. Pregunté: ¿Qué es esto? Me
dijeron: Vamos. Y partimos hasta llegar a unos
hoyos como los hornos tannûr , era angosto de
arriba y amplio de abajo. Abajo ardía un fuego,
cada vez que crecía la gente que allí se encontra-
ba subía por las paredes hasta casi salir; y cuando
se calmaba el fuego, la gente bajaba. Había hom-
bres y mujeres desnudos. Pregunté: ¿Qué es esto?
Me dijeron: Vamos. Y partimos hasta llegar a un
río de sangre; en él había un hombre y frente a él
en la orilla, había otro con piedras enfrente. Cada
vez que el hombre dentro del río se le acercaba
éste le lanzaba una piedra en la boca y lo hacía re-
(1) Hornos circulares que tienen un orificio por la
parte de arriba y el fuego arde abajo. La masa se adhiere a
las paredes del mismo.