Page 111 - Sahih Al-Bujari

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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
troceder a su posición original. Y cada vez que el
hombre quería salir, el otro le lanzaba una piedra
en la boca y lo hacía retroceder hasta su posición
original. Pregunté: ¿Qué es esto? Me dijeron: Va-
mos. Y partimos hasta llegar a una pradera ver-
de donde había un árbol inmenso, a cuyo pie en-
contramos a un anciano rodeado de niños. Cerca
del árbol había un hombre encendiendo un fue-
go. Me hicieron subir por el árbol hasta que me
introdujeron en una casa. Nunca había visto una
mejor que esa. Adentro había ancianos, jóvenes,
mujeres y niños. Luego los dos me sacaron de allí
y me hicieron subir por el árbol hasta que llega-
mos a otra casa, mucho mejor y superior que la
primera; allí había hombres, ancianos y mucha-
chos. Yo dije: ‘Esta noche me hicisteis rondar; in-
formadme de lo que he visto.’ Dijeron: ‘Sí. El que
viste que se le rasgaba la mejilla era un mentiroso;
contaba mentiras y la gente las transmitía hasta
los confines de la tierra. Así se hará con él hasta el
Día de la Resurrección. El que viste que se le par-
tía la cabeza era un hombre al cual Dios enseñó el
Corán; se dormía (en vez de recitarlo) por las no-
ches y no obraba según él por el día. Así se hará
con él hasta el Día de la Resurrección. Los que
viste en el hoyo son los fornicadores y el que vis-
te en el río es un usurero (que vivía de la usura).
El anciano al pie del árbol es Ibrahîm (Abraham)
(B y P) y los niños que lo rodeaban son los hijos
de la gente. El que encendía un fuego es Mâlik,
Guardián del Infierno. La primera casa a la que
entraste es el hogar de la mayoría de los creyen-
tes. Esta última casa es el hogar de los mártires.
Yo soy Ÿibrîl (El Arcángel Gabriel) y él es Mikaíl
(El Arcángel Miguel). Levanta tu cabeza’. Levanté
mi cabeza y vi sobre mí algo como nubes. Me di-
jeron: ‘Ése es tu lugar’. Les dije: ‘Dejadme entrar a
mi lugar’. Me dijeron: ‘Aún te queda una vida que
no has completado; cuando la completes entrarás
a tu lugar’»’.
XLVIII
La muerte repentina
698.
‘Âisha relató que un hombre dijo al Pro-
feta (B y P): ‘Mi madre murió repentinamente,
pero yo pienso que, de haber vivido más, habría
dado caridad. Si yo doy caridad por ella ¿Recibi-
rá ella alguna recompensa?’ El Profeta (B y P) le
dijo: «Sí».
XLIX
Lo que nos llegó sobre la tum-
ba del Profeta (B y P), la de Abû
Bakr y la de ‘Umar
699.
‘Âisha relató que el Profeta (B y P) du-
rante su enfermedad preguntaba repetidas ve-
ces: «¿Dónde estoy hoy? ¿Dónde estaré maña-
na?» ‘Âisha agregó: ‘El esperaba impacientemente
mi turno (de recibirlo en mi casa). Cuando llegó
mi turno, Dios tomó su alma entre mi pecho y
mis brazos (en mi regazo); y fue enterrado en mi
casa’.
700.
‘Umar bin Al-Jattâb dijo: ‘El Profeta
(B y P) murió complacido con estos seis hombres:
‘Y los mencionó: ‘ ‘Uzmân, ‘Alî, Talha, Al-Zubayr,
‘Abdu Rahmân bin ‘Awf y Sa‘d bin Abi Waqqâs,
que Dios esté complacido de ellos’.
L
La prohibición de insultar a los
muertos
701.
‘Âisha dijo: ‘El Profeta (B y P) dijo: «No
insultéis a los muertos, pues ellos han llegado al
destino de lo que han hecho»’.
24. El Libro del Zakat
I
La obligatoriedad del zakat
702.
Ibn ‘Abbâs relató que el Profeta (B y P)
envió a Mu‘âdh al Yemen; le dijo: «Invítalos a el
testimonio de que no hay Dios sino Dios y que yo
soy Mensajero de Dios. Si te obedecen en ello, en-
séñales que Dios les ha prescrito cinco oraciones
en el día y la noche. Si obedecen en ello; enséñales
que Dios les ha prescrito una limosna (impositi-
va) sobre sus bienes, se toma de sus ricos y se en-
trega a sus necesitados».
703.
Abû Ayyûb relató que un hombre dijo
al Profeta (B y P): ‘Infórmame de algo que, si lo
hago, entre al Paraíso’ La gente dijo: ‘¿Qué le pasa?
¿Qué le pasa?’ El Profeta (B y P) dijo: «Tiene algo
urgente que preguntar. (Dijo al hombre) Debes
adorar a Dios y no asociarle nada; debes practicar