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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
bieses venido ayer! Pues hoy ya no tengo necesi-
dad de ella»’.
711.
Abû Huraira relató: El Profeta (B y P)
dijo: «La hora no llegará hasta que tengáis fortuna
y esta aumente. Hasta que al hombre le preocupe
quien aceptará su caridad. Y hasta que se la recha-
cen y le digan: No lo necesito».
712.
‘Adi bin Hâtim dijo: ‘Estaba con el Men-
sajero de Dios (B y P) cuando se le presentaron
dos hombres, uno se quejaba de su pobreza y el
otro de la frecuencia de los asaltos en los cami-
nos. El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Sobre los
asaltos, os digo que pronto llegará un tiempo en
que una caravana salga hacia Makka y no nece-
site guardia. Y sobre la pobreza os diré: Que la
Hora no llegará hasta que veáis a uno de vosotros
deambulando con su caridad sin encontrar quien
se la acepte. Y sin duda que estaréis ante Dios, sin
que haya entre El y la persona velo o intérprete.
Luego le dirá: ‘¿Acaso no te di fortuna?’ él dirá:
‘Claro que sí’. Dios le preguntará luego: ‘¿Acaso
no te envié un Mensajero?’ Dirá: ‘Claro que sí’ y
vea a su derecha sólo fuego, y verá a su izquierda
sólo fuego. Así que protegeos del fuego, aunque
sea con medio dátil, y si no tenéis, con una pala-
bra agradable».
VI
«Protegeos del fuego aunque
sea con medio dátil y con un
poco de limosna»
713. Abû Mûsâ relató que el Profeta (B y P)
dijo: «Vendrá un tiempo en que el hombre deam-
bulará con su caridad en oro y nadie se la acep-
tará. Y se verá a un hombre seguido de cuarenta
mujeres que lo toman por protector por la escasez
de hombres y el gran número de mujeres».
714.
Abû Mas‘ûd Al-Ansârí dijo: ‘Cuando el
Mensajero de Dios (B y P) nos ordenaba hacer ca-
ridad, iban algunos de nosotros al mercado y tra-
bajábamos de cargadores para obtener un mudd
(medida de granos) (y donarlo). Hoy algunos de
nosotros tienen hasta cien mil.’
715.
‘Âisha relató: ‘Una mujer vino con sus
dos hijos pidiendo limosna. Yo no tenía nada sino
un dátil y se lo di. Ella los dividió entre sus dos
hijas y no comió nada del mismo. Luego se le-
vantó y salió. Después entró el Profeta (B y P) y
le conté. Dijo: «Quien es atribulado por dos hijas
como esas, verá que le serán una protección del
Fuego».
VII
¿Qué caridad es mejor?
716.
Abû Huraira dijo: ‘Un hombre se presen-
tó ante el Profeta (B y P) y le dijo: ‘¡Mensajero de
Dios! ¿Cuál caridad tiene más recompensa? ‘Dijo:
«Que des limosna cuando estás saludable y eres
avaro, cuando temes la pobreza y ambicionas la
riqueza. No la retrases hasta cuando la muerte lle-
ga a la garganta y digas: ‘Dad a fulano tanto; y a
fulano tanto y para fulano tanto»’.
VIII
717.
‘Âisha relató que algunas esposas del Pro-
feta (B y P) le dijeron: ‘¿Cuál de nosotras te alcan-
zará más rápido? (morirá después de ti)’. El dijo:
«La que tenga la mano más larga». Ellas empe-
zaron a medirse la mano con un palo y hallaron
que la mano de Sawdâ era la más larga. (Cuan-
do Zaynab bin Ÿahsh murió antes que todas) Su-
pimos luego que la mano larga era un símbolo
de la caridad, pues la que murió primero, des-
pués del Profeta, fue la que más gustaba de dar
limosnas. (Sawdâ murió después, en el Califato de
Mu‘âwiya).
IX
Si da caridad a un rico sin
saberlo
718.
Abû Huraira relató que el Mensajero de
Dios (B y P) dijo: «Un hombre dijo: ‘Daré algo en
caridad’. Salió con su caridad y la puso (sin saber)
en manos de un ladrón. Al día siguiente, la gente
comentaba que le habían dado caridad a un la-
drón. El hombre dijo: ‘¡Oh Dios! Tuya es la ala-
banza. Daré algo en caridad’. Salió con su caridad
y se la dio (sin saber) a una fornicadora. Al día
siguiente, la gente comentaba que anoche se le ha-
bía dado limosna a una fornicadora. El hombre
dijo: ‘¡Oh Dios Tuya es toda la alabanza! ¿(Di mi
caridad) a una fornicadora? Daré algo más en ca-
ridad’. Salió, pues, con su caridad y se la dio (sin
saber) a un hombre rico. Al día siguiente, la gente
comentaba que anoche se le había dado caridad a
un rico. El hombre dijo: ‘¡Oh Dios, Tuya es toda
la alabanza! (Di mi caridad) a un ladrón, a una
fornicadora y a un rico’. Entonces alguien le dijo:
‘Tu caridad al ladrón, tal vez lo haga dejar de ro-
bar. Tu caridad a la fornicadora, tal vez la haga