Page 148 - Sahih Al-Bujari

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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
V
¿Puede el mu‘takif salir a la
puerta de la mezquita por
alguna necesidad?
982.
Safiyya, esposa del Profeta (B y P), relató
que fue a visitar al Mensajero de Dios (B y P) du-
rante su retiro en la mezquita, en los últimos diez
días de Ramadán. Estuvo con él por un tiempo
y, cuando ella se levantó para volver a su casa, el
Profeta (B y P) la acompañó hasta que llegaron a
la puerta de Umm Salama. En ese momento, pa-
saban por allí dos hombres ansâríes y saludaron
al Mensajero de Dios (B y P). Él les dijo: «¡Con
calma! (No os vayáis) Es (mi esposa) Safiyya bint
Huyay». Ellos dijeron: ‘¡Glorificado sea Dios!
¡Oh mensajero de Dios! (¿Cómo podríamos pen-
sar algo malo?)’ y les afectó bastante. El Profeta
(B y P) les dijo: «Satán alcanza todo el cuerpo del
hombre como la sangre y yo temí que pudiese in-
troducir en vuestros corazones algún mal pensa-
miento».
VI
El i‘tikâf en los segundos diez
días de Ramadán
983.
Abû Huraira dijo: ‘El Profeta (B y P) solía
hacer i‘tikâf en cada Ramadán durante diez días.
El año que murió hizo i‘tikâf por veinte días de
Ramadán’.
34. Libro de las Ventas (las
transacciones comerciales)
I
Lo que nos ha llegado sobre las
palabras de Dios:
terminado el
salat, ¡esparcíos por la tierra,
buscad el favor de Dios! Y recor-
dad mucho a Dios...
(62:10)
984.
‘Abdu Rahmân bin ‘Awf  dijo: ‘Cuando
llegamos a Medina, el Mensajero de Dios (B y P)
(1) Qurayshí de noble familia. Se llamaba en la
Ÿahiliyya: Abdu ‘Amru y el Profeta lo llamó: Abdu
Rahmân. Murió a los setenta y cinco años de edad, fal-
me hermanó con Sâ‘d bin Al-Rabí’. Entonces, Sâ‘d
bin Al-Rabí’ dijo: ‘Yo soy uno de los ansâríes con
más fortuna; así que te daré la mitad de mi fortu-
na y vé cuál de mis dos esposas te gusta para que
la divorcie y tú puedas casarte con ella». ‘Abdu
Rahmân respondió: ‘No necesito eso. ¿Hay por
aquí algún mercado donde haya comercio?’ Sâ‘d
dijo: ‘El mercado de Qainuqá». ‘Abdu Rahmân
fue allí al día siguiente y volvió con un poco de
yogurt seco y manteca. Y empezó a frecuentar el
mercado hasta que volvió un día con rastros de
esencia amarilla. El Mensajero de Dios (B y P) le
dijo: «¿Es que te has casado?» ‘Abdu Rahmân res-
pondió: ‘Sí’. El Profeta (B y P) dijo: «¿Con quien?»
‘Abdu Rahmân dijo: ‘Con una mujer ansârí’. El
Profeta (B y P) le preguntó: «¿Y cuánta dote le
diste?» Respondió: ‘El peso de una pepa (como
las del dátil) de oro o ‘una pepa de oro’. El Profeta
(B y P) le dijo: «Haz un banquete nupcial, aunque
sea con un solo cordero».
II
Lo lícito es evidente y lo ilíci-
to es evidente; entre ambos hay
asuntos dudosos
985.
Al-Nu‘mân bin Bashîr dijo: ‘El Mensajero
de Dios (B y P) dijo: «Lo lícito es evidente, lo ilíci-
to es evidente; entre ambos hay asuntos dudosos.
Quien evita lo que sospecha que sea pecado deja-
rá con más seguridad, lo que sea evidentemente
ilícito. Y quien se arriesga en lo que se sospecha
que es ílícito, lo más probable es que caiga en lo
evidentemente ilícito. Los pecados son los pastos
reservados de Dios; quien pastorea (sus anima-
les) cerca de los campos reservados, lo más pro-
bable es que entre (uno de sus animales) en ellos
en cualquier momento»’ .
tando cinco años para el fin del califato de ‘Uzmân. Está
enterrado en Al-Baqî’.
(2) Aquí se compara al hombre con un pastor, sus de-
seos con el rebaño del pastor, los pecados con los campos
exclusivos y privados de otra persona. Los asuntos dudo-
sos son, en la alegoría, los pastos que rodean a los campos
privados e incurrir en estos asuntos dudosos sería como
pastar el rebaño en los pastos adyacentes a los privados. Si
esto sucede es muy probable que algún animal penetre los
campos privados y paste de ellos, lo cual justificaría que
se castigue al pastor por pastar en los campos adyacentes
a los ajenos y exclusivos.