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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
tín que nos llegue, que así lo haga». La gente dijo:
‘Aceptamos hacer lo que el Mensajero de Dios
(B y P) nos pide por el cariño que le tenemos’. El
Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Aún no sabemos
quiénes de vosotros desean hacerlo y quiénes no.
Volved con vuestros líderes y que ellos nos hagan
saber vuestra opinión». La gente fue con sus líde-
res y estos hablaron con ellos. Cuando volvieron
ante el Mensajero de Dios (B y P) le informaron:
Aceptaron de buena voluntad devolver su parte
del botín.
V
Si alguien autoriza a otro a
representarlo y este represen-
tante da algo (de lo que se le
encargó) y luego lo autoriza el
dueño, pues es lícito
1068.
Abû Huraira relató: ‘El Mensajero de
Dios (B y P) me encargó de cuidar las limosnas de
Ramadán. Por la noche vino alguien (Satán) y em-
pezó a tomar parte de la comida. Yo lo agarré y le
dije: ‘Te llevaré ante el Mensajero de Dios (B y P)’.
El extraño me dijo: ‘En verdad soy un necesitado
y debo mantener una familia; estoy realmente ur-
gido’ y yo lo dejé ir. A la mañana siguiente, el Pro-
feta (B y P) me dijo: «¡Abû Huraira! ¿Qué hizo tu
prisionero anoche?» Yo dije: ‘¡Mensajero de Dios!
Se aquejaba de una necesidad desesperada y una
familia que sustentar; así que me apiadé de él y lo
dejé ir’. El Profeta (B y P) dijo: «En verdad te digo
que te ha mentido y que volverá». Yo supe que
volvería porque el Mensajero de Dios (B y P) dijo:
«Volverá», así que lo esperé en alerta. Cuando lle-
gó a recoger comida lo agarré y le dije: ‘Te llevaré
ante el Mensajero de Dios (B y P)’. El extraño me
dijo: ‘Déjame ir; soy un necesitado y debo mante-
ner una familia; no volveré’. Yo tuve piedad de él y
lo dejé ir. A la mañana siguiente, el Profeta (B y P)
me dijo: «¡Abû Huraira! ¿Qué hizo tu prisionero
anoche?» Yo dije: ‘¡Mensajero de Dios! Se aque-
jaba de una necesidad desesperada y una familia
que sustentar; así que me apiadé de él y lo dejé ir’.
El Profeta (B y P) dijo: «En verdad te digo que te
ha mentido y que volverá». Así es que lo esperé
la tercera vez; cuando se puso a recoger comida
lo agarré y le dije: ‘Te llevaré ante el Mensajero
de Dios (B y P). Esta es la última de las tres veces
que dices que no volverás y luego vuelves’. Él me
dijo: ‘Déjame y te enseñaré palabras con las cua-
les Dios te beneficiará’. Le dije: ‘¿Y cuáles son?’ Me
dijo: ‘Cuando te acuestes en tu lecho recita la Ale-
ya del Trono (Ayat ul-Kursy):
Allahu lá iláha illa
hua al Hayyul Qayyúm...
(2:255) hasta el final de
la aleya y Dios te mandará protección toda la no-
che y no se te acercará demonio alguno hasta que
amanezcas’. Yo lo dejé ir y, a la mañana siguien-
te, el Mensajero de Dios (B y P) me dijo: «¿Qué
hizo tu prisionero anoche?» Yo dije: ‘¡Mensajero
de Dios! Alegó que me enseñaría unas palabras
por las que Dios me beneficiaría y por ellas lo dejé
ir. El Profeta (B y P) me dijo: «¿Y cuáles son?» Le
respondí: ‘Me dijo: ‘Cuando te acuestes en tu le-
cho recita la Aleya del Trono (Ayat ul-Kursy):
Allahu lá iláha illa hua al Hayyul Qayyúm...
(2:255) hasta el final de la aleya y Dios te man-
dará protección toda la noche y no se te acercará
demonio alguno hasta que amanezcas –y los sa-
habas eran los que más procuraban el bien–’. El
Profeta (B y P) dijo: «Te dijo algo cierto y es un
mentiroso. ¿Sabes con quién has estado hablan-
do desde hace tres noches, Abû Huraira?» Le dije:
‘No’. Me dijo: «Es un demonio»’.
VI
Si el representante realiza una
venta incorrecta quedará inva-
lidada
1069.
Abû Sa‘îd Al-Judrî dijo: ‘Bilâl llegó ante
el Profeta (B y P) con dátiles del tipo barni. El
Profeta (B y P) le dijo: «¿Dónde los conseguiste?»
Bilâl dijo: ‘Tenía dátiles de calidad inferior, así que
los cambié por estos, dos sâ‘ del inferior por uno
de estos; para que los coma el Profeta (B y P)’. En
ese momento, el Profeta (B y P) le dijo: «¡Cuida-
do! ¡Cuidado! Es la usura misma, la usura misma;
no lo hagas. Sin embargo, si quieres comprar ven-
de tu dátil inferior por otra cosa y con ella com-
pras el barni»’.
VII
La representación en la aplica-
ción de los castigos de Dios
1070.
‘Uqba bin Al-Hâriz dijo: ‘Al-Nu‘aymán,
o Ibn al Nu‘aymân, fue traído en estado de ebrie-
dad. El Mensajero de Dios (B y P) ordenó a la
gente que estaba en la casa que lo azoten. Yo es-
taba entre los que lo golpearon, le dimos con las
sandalias y hojas de palmera’.