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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
té a la gente de conocimiento y me dijeron que mi
hijo sólo debía recibir cien azotes y ser exiliado un
año, y que la esposa de este hombre debía ser ape-
dreada hasta morir’. El Mensajero de Dios (B y P)
dijo entonces: «¡Por aquél que tiene mi alma en
Su mano! Juzgaré entre vosotros según el Libro
de Dios: La esclava y el rebaño se te devolverán.
Tu hijo recibirá cien azotes y será exiliado un año.
¡Unays! Vé a buscar a la mujer de este hombre; si
confiesa apedreadla». Y Unays fue por ella y ella
confesó; así que el Mensajero de Dios (B y P) or-
denó que se la apedree’.
III
Las estipulaciones en un con-
trato de siembra compartida
1191.
‘Abdullah bin ‘Umar relató: ‘Cuando la
gente de Jaybar dislocó las extremidades de ‘Ab-
dullah bin ‘Umar, ‘Umar se levantó y pronunció
el siguiente discurso: ‘Ciertamente, el Mensajero
de Dios (B y P) hizo un trato con los judíos de Ja-
ybar sobre sus propiedades; les dijo: «Os permi-
tiremos quedaros mientras Dios os lo permita».
‘Abdullah bin ‘Umar salió a ver sus propiedades
allí y fue atacado por la noche; le dislocaron los
brazos y las piernas. No tenemos otros enemigos
allí sino los judíos. Ellos son nuestros enemigos y
de ellos sospechamos. Pienso que debo exiliarlos’.
Cuando ‘Umar decidió ejecutar su decisión vino
uno de los Banu Abi Al-Huqayq y le dijo: ‘¡Emir
de los Creyentes! ¿Nos expulsas siendo que Mu-
hammad nos permitió quedarnos haciéndonos
un trato sobre nuestras propiedades y aceptando
aquello como condición para nuestra residencia?’
‘Umar dijo: ‘¿Piensas que olvidé las palabras del
Mensajero de Dios (B y P): «¡Qué será de ti cuan-
do se te expulse de Jaybar y tu camello te trans-
porte noche tras noche!»?’ El judío dijo: ‘Esa era
una broma de Abû Al-Qâsim’. ‘Umar le dijo: ‘Has
mentido enemigo de Dios’ y los expulsó. Les pagó
sus propiedades en frutos, dinero, bienes, cuer-
das, sillas para los camellos y otras cosas’.
IV
Las condiciones del ÿihâd, los
tratados con los incrédulos
hostiles y la escritura de con-
diciones
1192.
Al-Miswar bin Majrama y Marwân dije-
ron: ‘El Profeta (B y P) salió en la época del trata-
do de Al-Hudaibîa. Después de haber recorrido
cierta distancia, el Profeta (B y P) dijo: «Jâlid bin
Al-Walîd está al frente de la caballería que forma
la vanguardia (de Quraysh); nos está esperando
en Al-Gamím así que tomad el camino de la dere-
cha». ¡Por Dios! Jâlid no percibió la llegada del
ejército musulmán hasta que le llegó el polvo que
levantaba; entonces partió para avisar a Quraysh.
El Profeta (B y P) marchó hasta que llegó al paso
de montaña por el cual llegaba a Quraysh. Allí la
camella del Profeta (B y P) se sentó en el suelo. La
gente hizo lo que pudo para que la camella siga la
marcha pero fue en vano; así que dijeron: ‘Al-
Qaswá’ está terca; Al-Qaswá’ está terca’. El Profeta
(B y P) dijo: «Al-Qaswá‘ no está terca, pues esa no
es su costumbre; la ha detenido el que detuvo al
elefante». Luego dijo: «¡Por Aquél que tiene mi
alma en Su mano! Todo lo que me pidan les con-
cederé, siempre que respete las leyes de Dios»;
azuzó a la camella y esta se levantó. El Profeta
(B y P) cambió su camino y se detuvo en la parte
más lejana de Al-Hudaybiia, cerca de un pozo que
contenía un poco de agua. La gente empezó a ha-
cer uso del agua hasta que la consumieron toda y
se quejaron ante el Profeta (B y P) por la sed. En-
tonces el Profeta (B y P) sacó una flecha de su car-
caj y les ordenó que la pongan en el pozo. El agua
empezó a fluir y el ejército todo bebió hasta que-
dar satisfechos. En eso llegó Budayl bin Warqá’
Al-Juzá‘i con un grupo de su gente de Juzá‘a. Estos
eran sinceros consejeros del Mensajero de Dios
(B y P), no le esconderían secreto alguno y eran
de la gente de Tiháma. Budayl dijo: ‘Dejé a Ka‘b
bin Lu‘ayy y a ‘Amir bin Lu‘ayy acampados en las
aguas de Al-Hudaybia; están con sus camellos (o
familias) y te combatirán para impedirte que visi-
tes la Ka‘ba’. El Mensajero de Dios (B y P) dijo:
«No hemos venido a combatir a nadie; hemos ve-
nido para hacer la ‘umra. Ciertamente que la gue-
rra ha debilitado a Quraysh y han sufrido grandes
pérdidas; si ellos desean puedo firmar con ellos
una tregua temporal; para que no se interpongan
entre mí y la gente (de las demás tribus árabes). Si
yo salgo victorioso frente a esos incrédulos, ellos
tendrán la opción de islamizarse con las demás
tribus; y si no: Pues tendrán, por lo menos, tiem-
po de reforzarse para luchar. Pero, si rechazan la
tregua, ¡Por quien tiene mi alma en Su mano! los
combatiré por mi causa hasta morir, pero Dios se-
guramente hará cumplir Su voluntad (y nos dará
la victoria)». Budayl dijo: ‘Les informaré lo que
dices’. Y partió hasta llegar ante Quraysh; les dijo: