Page 185 - Sahih Al-Bujari

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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
llegó a Medina y entró apresuradamente a la mez-
quita. El Profeta (B y P) dijo cuando lo vio: «Este
ha visto algo espantoso». Cuando el hombre lle-
gó hasta el Profeta (B y P), le dijo: ‘¡Por Dios! ¡Mi
compañero fue muerto y yo también casi muero!’
En eso, llegó Abû Basír y dijo: ‘¡Profeta de Dios!
Dios salvó tu palabra y responsabilidad ¡Por Dios!
Tú me entregaste a ellos y después Dios me salvó
de ellos’. El Profeta (B y P) dijo: «¡Ay de su madre!
¡Que excelente provocador de guerras sería si tu-
viera alguien que lo apoye!» Cuando Abû Basír
oyó aquello y entendió que el Profeta (B y P) lo
devolvería a Quraysh; así que huyó hasta que lle-
gó a la costa del mar. Tiempo después, Abû Yan-
dal logra escapar de Quraysh y se une a Abû Basír.
Y sucedió que todo hombre musulmán que huía
de Quraysh se unía a Abû Basír, hasta que for-
maron un contingente. ¡Por Dios! Cuando oían
de una caravana de Quraysh que iba hacia Al-
Shâm la atacaban, mataban a la gente y tomaban
sus pertenencias. Quraysh mandó decir al Profe-
ta (B y P), apelando a Dios y la relación familiar,
que mande llamar a Abû Basír y que todo aquél
que llegue a Medina se quedará allí en seguridad.
Así que el Profeta (B y P) mandó llamar a la gente
de Abû Basír. Entonces Dios hizo descender:
Él
es quien, en el valle de Makka, retiró de voso-
tros sus manos y de ellos vuestras manos (evitó
que combatáis), luego de haberos dado la victo-
ria sobre ellos, Dios ve bien lo que hacéis. Son
ellos los que os apartaron de la Mezquita Sagra-
da...cuando los incrédulos, dejándose llevar por
su fanatismo, el fanatismo propio de la Ignoran-
cia...
(48:24-26) y su fanatismo era tal que se ne-
garon a reconocer que Muhammad era Profeta de
Dios, se negaron a escribir: ‘Dios, el Clemente, el
Misericordioso’ e impidieron a los musulmanes
visitar la Casa Sagrada.
V
Qué condiciones son lícitas y
las excepciones en las decisio-
nes
1193.
Abû Huraira relató que el Mensajero de
Dios (B y P) dijo: «En verdad, Dios tiene noven-
ta y nueve nombres, cien menos uno; quien los
cuenta (creyendo en su significado) entrará en el
Paraíso».
52. El Libro de los Testamentos
I
Los testamentos
1194.
‘Abdullah bin ‘Umar relató que el Men-
sajero de Dios (B y P) dijo: «Ningún musulmán
que tiene algo que testar debe pasar dos noches
sin tener con él su testamento escrito».
1195.
‘Amrû bin Al-Hâriz, cuñado del Mensa-
jero de Dios (B y P), hermano de Ÿuwayriya bint
Al-Hâriz, dijo: ‘El Mensajero de Dios (B y P) no
dejó, al morir, ningún dirham, ningún dinar, nin-
gún esclavo, ninguna esclava ni nada más, excep-
to su mula blanca, sus armas y una tierra que ha-
bía donado en caridad’.
1196.
‘Abdullah bin Abi Awfa fue preguntado:
‘¿Dejó el Profeta (B y P) un testamento?’ Él res-
pondió: ‘No’. Se dijo: ‘¿Cómo es que prescribió los
testamentos a la gente?’ o ‘¿Cómo es que fueron
ordenados de hacer testamentos?’ Dijo: ‘Lo hizo
por el Libro de Dios’.
II
La caridad en el momento de la
muerte
1197.
Abû Huraira relató que un hombre pre-
guntó al Profeta (B y P): ‘¿Cuál caridad es me-
jor?’ El Profeta (B y P) le dijo: «La caridad que
das cuando estás sano y con ambiciones, desean-
do ser rico y temiendo la pobreza. No te descui-
des hasta que te llegue la muerte y entonces digas:
Para fulano esto y para fulano aquello, cuando tus
bienes ya son de otros».
III
¿Se considera a los hijos y a las
esposas como familiares? (al
testar)
1198.
Abû Huraira también relató que, cuan-
do la aleya
Advierte a los miembros más allega-
dos de tu tribu
(26:214) fue revelada, el Mensajero
de Dios (B y P) se levantó y dijo: «¡Gente de Qu-
raysh! –o algo similar–. Rescataos vosotros mis-
mos (del Fuego). Yo no puedo salvaros del castigo
de Dios ¡Banu ‘Abd Manâf! Yo no puedo salvaros
del castigo de Dios ¡’Abbâs hijo de ‘Abdul Mutta-
lib! Yo no puedo salvarte del castigo de Dios ¡Sa-
fiyya tía del Mensajero de Dios (B y P)! No puedo