187
Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
do de Tamîm y ‘Adí. Dos hombres de la familia
del difunto juraron que sus testimonios eran más
valederos que los testimonios de Tamîm y ‘Adí y
que el pote era de su pariente fallecido. Y este ver-
so fue revelado respecto a este caso:
¡Creyentes!
Cuando, a punto de morir, hagáis testamento,
llamad como testigos a dos personas justas de los
vuestros o bien dos de ajenos si estáis de viaje y
os sobreviene la muerte. Retenedlas después del
salat, si desconfiáis de ellos, que juren por Dios:
‘¡No nos venderemos, aunque se trate de un pa-
riente, ni ocultaremos el testimonio de Dios! si
no seríamos de los pecadores’
(5:106)’.
•
53. El Libro del Ÿihâd
I
•
La virtud del ÿihâd
1204.
Abû Huraira relató que un hombre vino
al Mensajero de Dios (B y P) y le dijo: ‘Indícame
una buena obra que sea igual al ÿihâd en recom-
pensa’. El Profeta (B y P) le dijo: «No encuentro
tal obra». Luego agregó: «¿Puedes tú, mientras el
muÿâhid (combatiente por la causa de Dios) está
en campaña, entrar a la mezquita y rezar sin pa-
rar, a la vez que ayunas sin nunca romper tu ayu-
no?» El hombre dijo: ‘¿Pero quién podría hacer
eso?’
(1)
Ÿihâd
(del árabe, significa: esfuerzo, lucha). A pe-
sar de abarcar todos los tipos de esfuerzos que hace el cre-
yente en la causa de Dios, el ÿihâd se refiere comúnmente
a la lucha armada por la causa de Dios, al uso de la fuerza
numérica y militar. Se le da una importancia vital en el Is-
lam; es prácticamente uno de sus sustentadores. Cuando
se practica el ÿihâd la palabra de Dios se eleva, Su religión
se propaga y el bien y los bienhechores ganan terreno. Si
el ÿihâd se abandona el Islam es destruido y los musul-
manes son humillados; su honor se pierde, sus tierras son
usurpadas y su gobierno y autoridad se extingue. El ÿihâd
es un deber obligatorio para cada musulmán; quien in-
tenta huir de él o no desea en su interior cumplir con él,
morirá con una de las cualidades de los hipócritas.
(2) Es obvio que nadie podría; y ya que el muÿâhid
por Dios es recompensado como si estuviese haciendo
ambas obras, imposibles de hacer, es evidente que no hay
obra que se compare al ÿihâd, en recompensa.
II
•
El mejor entre toda la gente es
aquel creyente muyâhid que se
esfuerza al máximo en la causa
de Dios con su vida y sus bienes
1205.
Abû Sa‘îd Al-Judrî dijo: ‘Alguien pre-
guntó: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¿Quién es el
mejor entre toda la gente?’ El Mensajero de Dios
(B y P) respondió: «Un creyente que combate en
la causa de Dios con su persona y sus bienes». Di-
jeron: ‘¿Luego quien?’ Dijo: «Un creyente que ha-
bita los senderos de montaña y deja a la gente a
salvo de su maldad»’ .
1206.
Abû Huraira dijo: ‘Escuché al Mensaje-
ro de Dios (B y P) decir: «El caso de un muÿâhid
por la causa de Dios, y Dios sabe más de quien
combate en Su causa, es como el caso de alguien
que ora y ayuna permanentemente. Dios le garan-
tiza al combatiente por Su causa: Que lo hará en-
trar al Paraíso si muere o que lo hará retornar a
casa a salvo y con ganancias o botines»’.
III
•
Los grados de los combatientes
en la causa de Dios
1207.
Abû Huraira dijo: ‘El Mensajero de Dios
(B y P) dijo: «Quien cree en Dios y Su Mensaje-
ro, practica el salat y ayuna en Ramadán, tiene un
compromiso con Dios de que lo haga entrar en el
Paraíso, aunque haya combatido por la causa de
Dios o se haya quedado en su tierra natal». Le di-
jeron: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¿No debemos
contar esa buena nueva a la gente?’ El Mensaje-
ro de Dios (B y P) dijo: «En el Paraíso hay cien
niveles que Dios preparó para los que combaten
en la causa de Dios. Entre cada nivel hay un es-
pacio como el que hay entre los cielos y la tierra.
Así pues; cuando roguéis a Dios, pedidle el Fir-
daws, pues está en el centro del Paraíso y es su
parte más alta» y creo que añadió: «Encima de él
está el trono del Clemente y de él brotan los ríos
del Paraíso»’.
(3) Esto es cierto en los tiempos de atribulaciones y
de desorden; en otras situaciones la vida en sociedad es
mejor que el aislamiento. El Profeta (B y P) dice en un ha-
diz reportado por Al-Tirmidhi: “Quien se mezcla con la
gente y soporta su maldad tendrá mejor recompensa que
quien no se mezcla con la gente ni soporta su maldad”.