Page 206 - Sahih Al-Bujari

Basic HTML Version

206
Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
Abû ‘Ubayda trajo algo». Dijeron: ‘Así es Mensa-
jero de Dios (B y P)’. El Profeta (B y P) dijo: «¡Ale-
graos y disfrutad lo que os complace! ¡Por Dios!
No es la pobreza lo que temo para vosotros; sino
que es la vida de lujos que otras naciones llevaron.
Competiréis uno contra otro por el lujo como esas
naciones hicieron y os destruirá como destruyó a
esas naciones».
1339.
Se relata de ‘Umar que envió a la gen-
te a combatir a las grandes naciones de los poli-
teístas. Cuando Al-Hurmuzân se islamizó, ‘Umar
le dijo: ‘Quiero consultarte sobre estos países que
pienso invadir’. Al-Hurmuzân dijo: ‘Sí; su caso y
el caso de la gente que los habita de los enemigos
de los musulmanes es como el de una ave: Tiene
una cabeza, dos alas y dos piernas. Si le quiebras
una ala se podrá levantar sobre sus dos piernas
con su otra ala y su cabeza. Y si se rompe la otra
ala se levantará aún con ambas piernas y la ca-
beza. Pero, si se destruye la cabeza, se perderán
ambas alas, ambas piernas y la cabeza. La cabeza
sería Cosroes (
Kisra
); un ala sería el César bizan-
tino (Qaysar) y la otra ala sería Fâris; así es que
debes ordenar a los musulmanes que vayan hacia
Cosroes. ‘Umar reunió una cantidad de guerreros
y los puso bajo las órdenes de Al-Nu‘mân bin Mu-
qarrin. Cuando estuvieron en territorio enemigo
les salió al encuentro un hombre de Cosroes con
cuarenta mil soldados. Un intérprete se levantó y
dijo: ‘Que me hable uno de vosotros’. Al-Mugîra
dijo: ‘Pregunta lo que quieras’. El intérprete pre-
guntó: ‘¿Quiénes sois vosotros?’ Al-Mugîra dijo:
‘Somos gente de los árabes. Vivíamos en una gran
insensatez y una gran desgracia; chupábamos
cueros y semillas por el hambre. Vestíamos pieles
y cueros; adorábamos a piedras y árboles. Estába-
mos en ese estado cuando el Señor de los cielos
y las tierras –elevada sea su mención y ensalzada
sea su excelencia– nos envió un profeta de noso-
tros mismos; conocíamos a su padre y a su ma-
dre. Nuestro profeta, Enviado de nuestro Señor,
nos ordenó que os combatamos hasta que adoréis
sólo a Dios o nos deis la ÿizia. Y nuestro Profeta
nos inculcó el mensaje de nuestro Señor: Quien
sea muerto, de nosotros, irá a un Paraíso de gozo
como nunca ha visto y quien quede vivo de noso-
tros os dominará’. Al-Nu‘mân dijo (a Al-Mugîra):
‘Tal vez, si hubiese participado en alguna batalla
con el Profeta (B y P), él no te habría culpado por
esperar ni te hubiese humillado. Pero yo sí he par-
ticipado en combates junto al Profeta (B y P): Si
no combatía temprano en la mañana, esperaba
hasta que pasen las ventiscas y lleguen las oracio-
nes (después del mediodía)».
XCIX
Si el imâm concluye una tregua
con el rey de una ciudad. ¿esta
tregua es válida para el resto
de sus habitantes?
1340.
Abû Humayd Al-Sâ‘idi dijo: ‘Cuan-
do atacamos Tabûk con el Profeta (B y P), el rey
de Jerusalén (Ayla) regaló al Profeta (B y P) una
mula blanca y le dio una capa para vestir. El Pro-
feta (B y P) hizo con él un acuerdo permitiéndole
seguir gobernando su tierra’.
C
El pecado de quien mata a un
inocente de los que han hecho
una tregua con los musulmanes
1341.
‘Abdullah bin ‘Amrû relató que el Pro-
feta (B y P) dijo: «Quien mate a alguien que haya
hecho tregua con nosotros no percibirá el aroma
del Paraíso. Este aroma del Paraíso se podrá per-
cibir desde una distancia de cuarenta años (de
viaje)».
CI
Si los politeístas traicionan a
los musulmanes ¿deben ser per-
donados?
1342.
Abû Huraira dijo: ‘Cuando se conquistó
Jaybar se le dio como presente al Profeta (B y P)
un cordero envenenado. El Profeta (B y P) dijo:
«Reunidme a los judíos que estén aquí». Cuan-
do se los reunió, el Profeta (B y P) les dijo: «Yo
os preguntaré algo ¿seréis sinceros al responder?»
Dijeron: ‘Sí’. Les dijo: «¿Quién es vuestro padre?»
Dijeron: ‘Es fulano’. El Profeta (B y P) les dijo:
«Habéis mentido, pues vuestro padre es fulano».
Dijeron: ‘Tienes razón’. Dijo: «¿Entonces, seréis
sinceros sobre lo que os voy a preguntar?» Dije-
ron: ‘Sí, Abûl Qâsim. Si mentimos sabrás de nues-
tra mentira como supiste lo de nuestro padre’. Les
preguntó: «¿Quién será la gente del Fuego?» Di-
jeron: ‘Nosotros estaremos en él por poco tiem-
po, después del cual vosotros quedaréis en él’. El
dijo: «¡Seréis humillados en el Fuego! ¡Por Dios!
Nunca os vamos a suceder en el Fuego». Luego les