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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
Abû ‘Ubayda trajo algo». Dijeron: ‘Así es Mensa-
jero de Dios (B y P)’. El Profeta (B y P) dijo: «¡Ale-
graos y disfrutad lo que os complace! ¡Por Dios!
No es la pobreza lo que temo para vosotros; sino
que es la vida de lujos que otras naciones llevaron.
Competiréis uno contra otro por el lujo como esas
naciones hicieron y os destruirá como destruyó a
esas naciones».
1339.
Se relata de ‘Umar que envió a la gen-
te a combatir a las grandes naciones de los poli-
teístas. Cuando Al-Hurmuzân se islamizó, ‘Umar
le dijo: ‘Quiero consultarte sobre estos países que
pienso invadir’. Al-Hurmuzân dijo: ‘Sí; su caso y
el caso de la gente que los habita de los enemigos
de los musulmanes es como el de una ave: Tiene
una cabeza, dos alas y dos piernas. Si le quiebras
una ala se podrá levantar sobre sus dos piernas
con su otra ala y su cabeza. Y si se rompe la otra
ala se levantará aún con ambas piernas y la ca-
beza. Pero, si se destruye la cabeza, se perderán
ambas alas, ambas piernas y la cabeza. La cabeza
sería Cosroes (
Kisra
); un ala sería el César bizan-
tino (Qaysar) y la otra ala sería Fâris; así es que
debes ordenar a los musulmanes que vayan hacia
Cosroes. ‘Umar reunió una cantidad de guerreros
y los puso bajo las órdenes de Al-Nu‘mân bin Mu-
qarrin. Cuando estuvieron en territorio enemigo
les salió al encuentro un hombre de Cosroes con
cuarenta mil soldados. Un intérprete se levantó y
dijo: ‘Que me hable uno de vosotros’. Al-Mugîra
dijo: ‘Pregunta lo que quieras’. El intérprete pre-
guntó: ‘¿Quiénes sois vosotros?’ Al-Mugîra dijo:
‘Somos gente de los árabes. Vivíamos en una gran
insensatez y una gran desgracia; chupábamos
cueros y semillas por el hambre. Vestíamos pieles
y cueros; adorábamos a piedras y árboles. Estába-
mos en ese estado cuando el Señor de los cielos
y las tierras –elevada sea su mención y ensalzada
sea su excelencia– nos envió un profeta de noso-
tros mismos; conocíamos a su padre y a su ma-
dre. Nuestro profeta, Enviado de nuestro Señor,
nos ordenó que os combatamos hasta que adoréis
sólo a Dios o nos deis la ÿizia. Y nuestro Profeta
nos inculcó el mensaje de nuestro Señor: Quien
sea muerto, de nosotros, irá a un Paraíso de gozo
como nunca ha visto y quien quede vivo de noso-
tros os dominará’. Al-Nu‘mân dijo (a Al-Mugîra):
‘Tal vez, si hubiese participado en alguna batalla
con el Profeta (B y P), él no te habría culpado por
esperar ni te hubiese humillado. Pero yo sí he par-
ticipado en combates junto al Profeta (B y P): Si
no combatía temprano en la mañana, esperaba
hasta que pasen las ventiscas y lleguen las oracio-
nes (después del mediodía)».
XCIX
•
Si el imâm concluye una tregua
con el rey de una ciudad. ¿esta
tregua es válida para el resto
de sus habitantes?
1340.
Abû Humayd Al-Sâ‘idi dijo: ‘Cuan-
do atacamos Tabûk con el Profeta (B y P), el rey
de Jerusalén (Ayla) regaló al Profeta (B y P) una
mula blanca y le dio una capa para vestir. El Pro-
feta (B y P) hizo con él un acuerdo permitiéndole
seguir gobernando su tierra’.
C
•
El pecado de quien mata a un
inocente de los que han hecho
una tregua con los musulmanes
1341.
‘Abdullah bin ‘Amrû relató que el Pro-
feta (B y P) dijo: «Quien mate a alguien que haya
hecho tregua con nosotros no percibirá el aroma
del Paraíso. Este aroma del Paraíso se podrá per-
cibir desde una distancia de cuarenta años (de
viaje)».
CI
•
Si los politeístas traicionan a
los musulmanes ¿deben ser per-
donados?
1342.
Abû Huraira dijo: ‘Cuando se conquistó
Jaybar se le dio como presente al Profeta (B y P)
un cordero envenenado. El Profeta (B y P) dijo:
«Reunidme a los judíos que estén aquí». Cuan-
do se los reunió, el Profeta (B y P) les dijo: «Yo
os preguntaré algo ¿seréis sinceros al responder?»
Dijeron: ‘Sí’. Les dijo: «¿Quién es vuestro padre?»
Dijeron: ‘Es fulano’. El Profeta (B y P) les dijo:
«Habéis mentido, pues vuestro padre es fulano».
Dijeron: ‘Tienes razón’. Dijo: «¿Entonces, seréis
sinceros sobre lo que os voy a preguntar?» Dije-
ron: ‘Sí, Abûl Qâsim. Si mentimos sabrás de nues-
tra mentira como supiste lo de nuestro padre’. Les
preguntó: «¿Quién será la gente del Fuego?» Di-
jeron: ‘Nosotros estaremos en él por poco tiem-
po, después del cual vosotros quedaréis en él’. El
dijo: «¡Seréis humillados en el Fuego! ¡Por Dios!
Nunca os vamos a suceder en el Fuego». Luego les