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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
diga sus nombres pues son los hijos de fulano y
los hijos de fulano’.
1506.
Hudhayfa bin Al-Yamân dijo: ‘La gente
solía preguntar al Mensajero de Dios (B y P) so-
bre el bien y yo solía preguntarle por el mal, por
temor a que me alcance. Dije: ‘¡Mensajero de Dios
(B y P)! Nosotros estuvimos en la Ignorancia y
el mal; luego Dios nos trajo este bien ¿Vendrá,
pues, después de este bien, algún mal?’ El Profeta
(B y P) dijo: «Sí». Yo dije: ‘¿Y después de ese mal
vendrá algún bien?’ Dijo: «Sí; pero estará marca-
do con pequeños rastros del mal». Dije: ‘¿Cuáles
serán esos rastros?’ Dijo: «Gente que dirigirá a los
demás sin la guía que os dejaré; aprobaréis cosas
de ellos y desaprobaréis otras». Dije: ‘¿Y vendrá
después de ese bien algún mal?’ Dijo: «Sí; predi-
cadores a las puertas del Infierno. Quien los sigue
será lanzado en él por ellos». Dije: ‘¡Mensajero de
Dios (B y P)! Descríbemelos’. Él dijo: «Sí, son de
nuestra raza y hablan nuestra lengua». Dije: ‘¿Y
qué me ordenas si me alcanza eso?’ Dijo: «Man-
tente con el grupo mayor de los musulmanes y
con su imâm». Dije: ‘¿Y si no hay un grupo mayor
ni un imâm entre los musulmanes?’ Dijo: «Apár-
tate, pues, de todas esas sectas, aunque tengas que
morder la raíz de un árbol y te llegue la muerte en
ese estado»’.
1507.
‘Alí dijo: ‘Si os relato algo del Mensajero
de Dios (B y P) (recordad que) prefiero caer del
cielo a mentir sobre el Mensajero de Dios (B y P).
Pero, si os hablo sobre mí y sobre vosotros, sin
duda que la guerra implica engaño. Oí al Men-
sajero de Dios (B y P) decir: «En los últimos días
de este mundo vendrá una gente joven, de sueños
tontos, que hablarán con la mejor elocuencia de
la creación. Pasarán a través del Islam como una
flecha que sale atravesando la presa. Su fe no va
más allá de sus gargantas, así pues; donde los en-
contréis combatidlos, pues combatirlos significa-
rá una recompensa, para quien lo haga, en el Día
de la Resurrección»’.
1508.
Jabbâb bin Al-Aratt dijo: ‘Nos quejamos
(de la persecución de los idólatras) con el Mensa-
jero de Dios (B y P) mientras él estaba sentado a
la sombra de la Ka‘ba apoyándose en su manto. Le
dijimos: ‘¿Y si pides victoria para nosotros? ¿Y si
ruegas a Dios por nosotros?’ Él dijo: «Entre las na-
ciones anteriores a vosotros, un hombre (creyen-
te) era puesto en un hoyo, cavado para él, y luego
se traía una sierra y se partía su cabeza en dos,
pero eso no lo hacía dejar su religión. Su cuerpo
era peinado con peines de hierro que arrancaban
la carne de los huesos o los nervios, pero eso no
lo hacía dejar su religión. ¡Por Dios! Esta religión
prevalecerá hasta que un jinete vaya de San‘á’ (en
el Yemen) hasta Hadramawt sin temer sino a Dios
o al lobo por sus ovejas, pero vosotros sois muy
apresurados»’.
1509.
Anas bin Mâlik relató que el Profeta
(B y P) notó la ausencia de Zâbit bin Qays. Un
hombre dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! Te
traeré noticias de él’. El hombre fue a buscarlo y
lo halló sentado en su casa y cabizbajo; le dijo:
‘¿Qué te sucede?’ Zâbit dijo: ‘Una mala situación;
un hombre solía levantar su voz por encima de la
del Profeta (B y P) perdiendo por ello todas sus
obras y ahora es de los habitantes del Infierno 
‘. El hombre volvió ante el Profeta (B y P) y le re-
lató que Zâbit dijo tal y tal cosa. El hombre fue
otra vez (a Zâbit) con una gran albricia. El Profe-
ta (B y P) le dijo: «Vé a él (Zâbit) y dile: No eres
de la gente del Infierno, pero sí eres de la gente
del Paraíso».
1510.
Al-Barâ’ bin ‘Âzib dijo: ‘Un hombre re-
citaba la sura de «la cueva» (sûra al Kahf)(en su
oración) y en su casa había una bestia de monta
que se asustó y empezó a saltar. El hombre termi-
nó su oración con el taslîm y de pronto vio que
lo cubría una nube o una niebla. Mencionó el
asunto al Profeta (B y P) y él le dijo: «¡Recita fu-
lano! Pues es la Tranquilidad (Al-Sakîna) que ha
descendido por la recitación del Corán –o: Por el
Corán–»’.
1511.
‘Abdullah bin ‘Abbâs relató que el Profe-
ta (B y P) entró a la casa de un beduino enfermo a
quien visitaba. Cuando el Profeta (B y P) entraba
a visitar un enfermo decía: «No hay mal; será una
expiación (de tus pecados) si Dios quiere». El be-
duino dijo: ‘¿Expiación dices? ¡Esto es, más bien,
una fiebre que hierve –o dijo: Acosa– sobre un
hombre viejo y lo llevará a la tumba!’ El Profeta
(B y P) dijo: «Así sea entonces».
1512.
Anas bin Mâlik dijo: ‘Había un hom-
bre que era cristiano y luego se islamizó. Reci-
tó las suras: «La Vaca» y «La familia de ‘Imrán»
(sûra Al-Baqara y sûra Âl ‘Imrán); también so-
lía escribir (la revelación) para el Profeta (B y P).
Después, volvió al cristianismo y decía: ‘Muham-
mad no conoce sino lo que yo le escribí’. Dios lo
hizo morir y lo enterraron. A la mañana siguien-
(1) Zâbit bin Qays habla de sí mismo en tercera per-
sona singular, algo común entre los semitas.