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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
III
El imâm (lider) interroga a sus
compañeros para probar su
conocimiento
56.
Ibn ‘Umar relató que el Mensajero de Dios
(B y P) dijo: «Entre los árboles hay uno cuyas ho-
jas no se caen (Todas o la mayor parte al mismo
tiempo) y es como el musulmán. Decidme que
árbol es». Así que todos empezaron a pensar en
los árboles del desierto. ‘Abdullah bin ‘Umar aña-
dió: ‘Imaginé que sería la palmera datilera pero
me dio vergüenza hablar. Entonces, los demás
preguntaron: ‘Infórmanos por favor ¿Cuál es ese
árbol, Mensajero de Dios?’ Él respondió: «Es la
palmera datilera»’.
IV
Leer y exponer algo ante el
maestro
57.
Anas (Ibn Mâlik) relató: ‘Mientras estába-
mos sentados con el Profeta (B y P) en la mezqui-
ta, entró un hombre montado en un camello. Hizo
que su camello se arrodille en la mezquita, luego
lo ató y dijo: ‘¿Quién de vosotros el Muhammad?’
En ese momento, el Profeta (B y P) estaba entre
nosotros apoyándose en su brazo. Respondimos:
‘es aquel hombre blanco sentado apoyándose en
su brazo’. El hombre le dijo, entonces: ‘¿Hijo de
‘Abdul Muttalib?’ El Profeta (B y P) le dijo: «Es-
toy aquí para responder a tus preguntas». El hom-
bre le dijo: ‘Quiero preguntarte algo y seré duro
al interrogarte. Así pues no te enojes conmigo’. El
Profeta (B y P) dijo: «Pregunta lo que quieras». El
hombre dijo: ‘Te pregunto, por tu Señor y Señor
de tus ancestros ¿Dios te hizo su Enviado a toda
la humanidad?’ Le respondió: «Por Dios que sí».
El hombre preguntó luego: ‘Por Dios te pregunto.
¿Dios te ordenó que ofrezcas cinco oraciones (Sa-
lat) en el día y la noche?’ El respondió: «Por Dios
que sí». El hombre preguntó luego: ‘Por Dios te
pregunto. ¿Dios te ordenó que tomes este zakat
de nuestros ricos y lo distribuyas entre nuestros
pobres?’ Le respondió: «Por Dios que sí». El hom-
bre le dijo: ‘Creo en lo que tú nos traes. Soy un
enviado de mi gente. Soy Dimam bin Za‘laba, de
los Bani Sa‘d bin Bakr’.
58.
Ibn ‘Abbâs relató: ‘El Mensajero de Dios
(B y P) entregó una carta suya a un hombre y le
ordenó entregársela al Gobernador de Bahra-
yn. Este, a su vez, se la entregó a Cosroes (Kisra)
(Emperador de Persia) y cuando él la leyó la rom-
pió en pedazos’. Ibn Mûsâyyab dijo: ‘El Mensajero
de Dios rogó a Dios contra ellos diciendo: «¡Que
Dios los despedace y los disperse totalmente!»’.
59.
Anas relató: ‘El Mensajero de Dios hizo
una carta –o quiso hacerla– y le dijeron: ‘Ellos
(los gobernantes) no leen las cartas que no van
selladas. Se mandó hacer, entonces, un anillo, con
un sello, de plata que decía: ‘Muhammad, Men-
sajero de Dios’ en relieve. Aún me parece ver el
blanco brillo en su mano’.
60.
Abû Wâqid Al-Layzi  relató que, mientras
el Mensajero de Dios estaba sentado en la mezqui-
ta con algunas personas, llegaron tres hombres;
dos se quedaron y uno se retiró. Luego añadió:
‘Ambos se detuvieron, de pie, delante del Mensa-
jero de Dios (B y P). Uno de ellos vio un espacio
entre la concurrencia y se sentó allí. El otro, en
cambio, se sentó atrás de todos. El tercero aca-
bó marchándose. Cuando el Mensajero de Dios
(B y P) terminó, dijo: «¿Os informo sobre estas
tres personas? El primero se dirigió a Dios y Dios
le dio lugar en su gracia y su misericordia; el se-
gundo sintió vergüenza de Dios y Dios lo cubrió
con su Gracia (no lo castigó); el tercero, a su vez,
dio la espalda a Dios y se fue; Dios, así también le
dará la espalda».
V
Las palabras del Profeta: es
posible que alguien que
recibe un dato (indirectamente)
lo comprenda mejor que quien
lo oyó directamente
61.
Abû Bakra relató: ‘El Profeta (B y P) mon-
taba sobre su camello y un hombre lo llevaba por
sus riendas; luego dijo: «¿Qué día es este?» Todos
nos callamos hasta que pensamos que le pondría
un nombre distinto. Dijo: «¿No es hoy el Día del
Sacrificio?» y todos callamos pensando que le da-
ría un nombre distinto. Luego dijo: «¿No es éste el
mes de Dhul Hiÿÿa?». Respondimos: ‘Claro que
sí’. Nos dijo: «Pues, ciertamente, vuestra sangre,
vuestras propiedades y vuestra honra, serán sa-
grados entre vosotros, así como es sagrado este
vuestro día, este vuestro mes y esta vuestra tierra.
(1) Su nombre es:
Al-Hâriz bin ‘Awf
. Participó en
Badr. Murió el año 68H. en Medina a los sesenta y ocho
años de edad.