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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
éxito una nación que hiere a su profeta?»; enton-
ces descendió:
No es asunto tuyo si Dios los per-
dona o los castiga. Han obrado injustamente
(3:128)’.
1622.
‘Abdullah bin ‘Umar relató que oyó al
Profeta (B y P), cuando se enderezó del rukû‘ en
la última rak‘a del faÿr, diciendo: «¡Oh Dios! Mal-
dice a fulano, a fulano y a fulano» después de de-
cir: «Dios oye a quien le alaba; ¡Señor nuestro!
Tuya es la alabanza». Entonces, Dios reveló:
No
es asunto tuyo si Dios los perdona o los castiga.
Han obrado injustamente
(3:128).
XIII
El martirio de Hamza bin ‘Abdul
Muttalib
1623.
‘Ubaydullah bin ‘Adí bin Al-Jiyâr relató
que dijo a Wahshi: ‘¿Nos relatas la muerte de Ha-
mza?’ Wahshi dijo: ‘Sí; Hamza mató en la batalla
de Badr a Tu‘ayma bin ‘Adí bin Al-Jiyár; entonces,
mi amo Ÿubayr bin Mut‘im me dijo: ‘Si matas a
Hamza por mi tío serás libre’. Cuando partió la
gente en el año de ‘Aynayn, ‘Aynayn es una monta-
ña cercana a Uhud, entre ambas hay un valle, salí
con ellos. Cuando se alinearon para el combate
salió Sibâ’ y dijo: ‘¿Hay alguien que me enfrente?’
Hamza bin ‘Abdul Muttalib le salió al encuentro y
le dijo: ‘¡Sibâ’! ¡Hijo de Umm ‘Ammâr, la inmun-
da! ¿Desafías a Dios y a Su mensajero? Entonces
lo atacó y lo mató, dejándolo como el ayer que se
fue. Yo me escondí tras una roca para emboscar a
Hamza. Cuando se acercó a mí le arrojé mi lanza
y se la clavé en el ombligo, saliendo de entre sus
nalgas; eso le causó la muerte. Cuando la gente
volvió yo volví con ellos; residí en Makka hasta
que la alcanzó el Islam, entonces fui a Al-Tâ‘if. La
gente de Al-Tâ‘if enviaba mensajeros al Mensaje-
ro de Dios (B y P); alguien me dijo que él no hacía
daño a los mensajeros y yo, entonces, me uní a los
mensajeros hasta que me presenté ante el Men-
sajero de Dios (B y P). Cuando él me vio, dijo:
«¿Eres tú Wahshi?» dije: ‘Sí’. Me dijo: «¿Tú matas-
te a Hamza?» le dije: ‘Las cosas son tal como se
te informó’. Entonces, me dijo: «¿Puedes quitar tu
rostro de mi vista?» y yo me salí. Cuando murió el
Mensajero de Dios (B y P) y surgió Mûsâylama el
mentiroso me dije: ‘Saldré contra Mûsaylama; tal
vez lo mate y así pueda compensar (haber mata-
do) a Hamza’. Así pues; salí con la gente y sucedió
lo que sucedió; encontré a un hombre agazapado
en una abertura de la pared; parecía un camello
gris con el pelo revuelto; le arrojé mi lanza y se
la clavé entre sus dos tetillas hasta que salió entre
sus hombros. Luego se abalanzó sobre él un hom-
bre de los ansâr y le dio un golpe con la espada en
la cabeza’.
XIV
Las heridas infligidas al Profe-
ta (B y P) el día de Uhud
1624.
Abû Huraira dijo: ‘El Mensajero de Dios
(B y P) dijo: «La ira de Dios se levanta sobre un
pueblo que hiere a su profeta –y señaló su diente
canino roto– y la ira de Dios se intensifica sobre
un hombre que es muerto por un Mensajero de
Dios en la causa de Dios»’.
XV
Los que: respondieron al llama-
do de Dios y su Mensajero
(Corán 3:172)
1625.
‘Âisha dijo: ‘Cuando el Profeta (B y P)
sufrió lo que sufrió el día de Uhud y los politeís-
tas se marcharon, temió que vayan a volver. Dijo:
«¿Quién va en su persecución?» y se ofrecieron
setenta hombres, entre ellos estaba Abû Bakr y
Al-Zubayr’.
XVI
La batalla del Foso
(Al-Jandaq), que es la batalla
de los Aliados (Al-Ahzáb)
1626.
Ÿâbir relató: ‘Estábamos cavando (el
foso) el día de Al-Jandaq cuando se nos atravesó
una roca muy dura. La gente fue al Profeta (B y P)
y le dijeron: ‘He aquí que se nos atraviesa en el
foso una roca muy dura’; el Profeta (B y P) dijo:
«Estoy bajando». Entonces se levantó y (vi que)
tenía una piedra atada al vientre, pues teníamos
tres días sin probar bocado. El Profeta (B y P) gol-
peó la roca con la espada y la roca se convirtió
como en arena’.
1627.
Sulaymân bin Surad dijo: ‘El Profeta
(B y P) dijo en la batalla de
Al-ahzâb
(los alia-
dos): «(Después de esto) nosotros los atacaremos
y ellos no nos atacarán»’.
1628.
Abû Huraira relató que el Mensajero de
Dios (B y P) decía: «No hay más Dios que Dios el