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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
primer adhân (del faÿr). Las camellas del Mensa-
jero de Dios (B y P) pastaban en un pastizal lla-
mado Dhi Qarad; entonces un sirviente de ‘Abdu
Rahmân bin ‘Awf me encontró y me dijo: ‘¡Las ca-
mellas del Mensajero de Dios (B y P) han sido ro-
badas!»; luego mencionó el resto del hadiz que ya
citamos por completo (ver Nro. 1300). Aquí nos
dice al final: ‘Después volvimos; el Mensajero de
Dios (B y P) me acompañaba sobre su camella
hasta que entramos a Medina’.
XXIII
La campaña contra Jaybar
1644.
Salama bin Al-Akwa’ dijo: ‘Salimos ha-
cia Jaybar con el Profeta (B y P) y marchábamos
de noche; entonces un hombre entre la gente dijo
a ‘Âmir: ‘¡‘Âmir! Haznos oír de tu poesía’. ‘Âmir
era un buen recitador y poeta; empezó a recitar
poesía para la gente, acompañando al paso de los
camellos, diciendo: ‘¡Oh Dios! Sin Ti no nos ha-
bríamos guiado; ni habríamos dado caridad ni ha-
bríamos rezado. Perdona, pues, a los que estamos
ofrendados a Ti mientras vivamos. Y derrama Tu
calma sobre nosotros, para dar firmeza a nuestros
pies si encontramos al enemigo. Si nos llaman a la
injusticia nos negaremos y los infieles han clama-
do y llorado por ayuda a otros’. El Mensajero de
Dios (B y P) dijo: «¿Quién es ese conductor (de
camellos)?» le dijeron: ‘Es ‘Âmir bin Al-Akwa»;
él dijo: «Que Dios tenga misericordia de él». Un
hombre entre la gente dijo: ‘¡Profeta de Dios! Se le
ha asegurado (¿el martirio?). ¿Nos permites dis-
frutar un poco de su compañía?’ Cuando llega-
mos a Jaybar, los sitiamos hasta que nos azotó una
hambruna terrible después de la cual Dios la con-
quistó para los musulmanes. Cuando anocheció,
el día de la conquista, la gente empezó a encender
muchos fuegos. El Profeta (B y P) dijo: «¿Qué son
estos fuegos? ¿Para cocinar qué los encendéis?»
Dijeron: ‘Para la carne’. Dijo: «¿Para qué carne?»;
dijeron: ‘La carne de asnos domésticos’. El Profeta
(B y P) dijo: «(Los calderos) Arrojad su conteni-
do y rompedlos». Un hombre dijo: ‘¡Mensajero de
Dios (B y P)! ¿si arrojamos su contenido y luego
los lavamos?’ El Mensajero de Dios (B y P) dijo:
«Eso también». Cuando la gente se enfrentó la es-
pada de ‘Âmir resultó muy corta; cuando quiso
golpear la pierna de un judío el golpe se fue con-
tra su propia rodilla y de eso murió’.
Cuando regresaron Salama agregó: ‘El Profeta
(B y P) me vio (triste) y me tomó de la mano di-
ciéndome: «¿Qué tienes?»; le dije: ‘¡Que mi padre
y mi madre sean tu rescate! Alegan que todas las
buenas obras de ‘Âmir se han perdido’. El Profe-
ta (B y P) dijo: ‘Miente quien lo dice; ciertamente
que tiene dos recompensas –y juntó dos de sus
dedos–; él era un esforzado muÿâhid y muy pocos
árabes tienen buenas obras como él». En otra ver-
sión dice: ‘«Él se esforzó por la causa de Dios»’.
1645.
Anas bin Mâlik relató que el Mensaje-
ro de Dios (B y P) llegó a Jaybar de noche, esto
ya fue mencionado en el Libro del Salat (ver Nro.
243). Aquí se agrega que el Profeta (B y P) mandó
matar a todos los combatientes e hizo cautivos a
las mujeres y niños.
1646.
Abû Mûsa Al-Ash‘ari dijo: ‘Cuando el
Mensajero de Dios (B y P) atacó Jaybar la gente
pasaba (por una altura cuya vista daba) sobre un
valle. Entonces elevaron sus voces pronunciando
el takbîr: ‘
¡Allahu Akbar! ¡Allahu Akbar! Lá ilá-
ha illa Allah
’. El Mensajero de Dios (B y P) dijo:
«Bajad vuestras voces; en verdad que no estáis
llamando a un sordo ni a un ausente; ciertamen-
te, el que llamáis está cercano y es omnioyente;
y está con vosotros». Yo estaba detrás del animal
del Mensajero de Dios (B y P) y él me oyó decir:
‘No hay poder ni fuerza sino con Dios (
Lâ hawla
wa lá quwwata illa billah
)’. Me dijo: «¡Abdullah
bin Qays!» dije: ‘Atiendo a tu llamado Mensajero
de Dios (B y P)’. Me dijo: «¿Te enseño una palabra
que es un tesoro de los tesoros del Paraíso?» Dije:
‘¡Claro que sí Mensajero de Dios (B y P)! ¡Mi pa-
dre y mi madre sean tu rescate!’ Me dijo: «No hay
poder ni fuerza sino con Dios»’.
1647.
Sahl bin Sa‘d Al-Sâ‘idi relató que: El
Mensajero de Dios (B y P) se encontró con los
politeístas y se enfrentaron ambos ejércitos.
Cuando el Profeta (B y P) volvió a su cuartel y los
otros volvieron a su cuartel, había un hombre en-
tre los sahabas del Mensajero de Dios (B y P) que
no dejaba un solo hombre de los incrédulos sin
golpearlo con su espada; dijeron: ‘Nadie de no-
sotros combatió hoy mejor que fulano’. El Profeta
(B y P) dijo: «El es de los habitantes del Infierno».
Un hombre de los sahabas dijo: ‘Yo lo seguiré’. Y
salió con él; cada vez que se detenía él se dete-
nía; cada vez que se apresuraba él se apresuraba.
El hombre sufrió una herida grave y apresuró su
muerte; apoyó su espada en el suelo y se puso la
punta entre las tetillas; se lanzó sobre su espa-
da y se suicidó. El hombre que lo había seguido
fue hasta el Mensajero de Dios (B y P) y le dijo:
‘Atestiguo que eres Mensajero de Dios (B y P)’. El