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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
‘¡Por Dios! después de tres días serás súbdito de
otro; pues yo ¡Por Dios! veo que el Mensajero de
Dios (B y P) morirá de esta su enfermedad, por-
que yo conozco las caras de la descendencia de
‘Abdul Muttalib cuando van a morir. Vamos jun-
tos ante el Mensajero de Dios (B y P) y pregun-
témosle en quién recaerá este asunto (el gobier-
no); si recae en nosotros lo sabremos; y si recaerá
en otros lo sabremos y (le pediremos) que diga
al nuevo gobernante que nos trate bien’. ‘Alí dijo:
‘Nosotros ¡Por Dios! si se lo pedimos y nos lo nie-
ga (el Califato); la gente nunca nos lo dará des-
pués de ello. Además ¡Por Dios! no se lo voy a pe-
dir al Mensajero de Dios (B y P)’.
1708.
‘Âisha solía decir: ‘Entre las gracias de
Dios para mí está: Que el Mensajero de Dios
(B y P) murió en mi casa; que murió en el día de
mi turno, apoyado contra mi pecho y que mi sa-
liva se mezcló con su saliva poco antes de mo-
rir. ‘Abdu Rahmân entró donde yo estaba con un
siwâk en su mano y yo estaba sosteniendo al Men-
sajero de Dios (B y P); vi que lo miraba y supe que
quería el siwâk. Le dije: ‘¿Lo tomo para ti?’ y me
indicó con su cabeza que sí. Yo lo tomé y estaba
muy duro para él; le dije: ‘¿Te lo suavizo?’ y él me
indicó con su cabeza que sí. Se lo suavicé y él se
limpió los dientes con el siwâk. Frente a él había
un caldero o una lata (uno de los sub–narrado-
res duda) que contenía agua; él empezó a meter
sus dos manos en el agua y frotarse con ambas la
cara; decía: «No hay Dios sino Dios; ciertamente
que la muerte tiene sus agonías». Luego endere-
zó su brazo (hacia el techo) y dijo: «Con la más
elevada compañía» hasta que falleció y su brazo
cayó inerte’.
1709.
‘Âisha relató: ‘Vertimos medicina en un
lado de la boca del Profeta (B y P), en su enfer-
medad, y él empezó a indicarnos: «No me deis
medicina». Dijimos: ‘Es el desagrado del enfer-
mo por la medicina’. Cuando se recuperó, dijo:
«¿No os prohibí que me dierais medicina?» Di-
jimos: ‘(Pensamos que era por) el desagrado del
enfermo a la medicina’. Entonces, él dijo: «¡Que
no quede nadie sin que se le dé medicina mien-
tras yo miro! Excepto Al-Ábbás que no presenció
aquello»’.
1710.
Anas bin Mâlik dijo: ‘Cuando la en-
fermedad del Profeta (B y P) se agravó, empezó
a desmayarse y Fâtima decía: ‘¡Cuánto sufre mi
padre!’; entonces; él le dijo: «Tu padre no sufrirá
más después de hoy»’.
XLIX
La muerte del Profeta (B y P)
1711.
‘Âisha relató que el Mensajero de Dios
(B y P) falleció a la edad de sesenta y tres (años).
58. El Libro del Tafsîr 
Sûrat Al-Fâtiha (La Apertura,
Nº 1)
I
Lo que se relata sobre la aper-
tura del libro (el Corán)
1712.
Abû Sa‘îd bin Al-Mu‘alla dijo: ‘Estaba
rezando en la mezquita cuando el Mensajero de
Dios (B y P) me llamó; yo no respondí a su llama-
do. (Después) dije: ‘¡Mensajero de Dios! Estaba
rezando’. Él dijo: «¿Acaso no dijo Dios:
¡Creyen-
tes! ¡Escuchad a Dios y al Enviado cuando éste os
llama a algo que os da vida!
(8:24)?» Luego me
dijo: «Te enseñaré una sura, que es la más grande
sura del Corán, antes de que salgas de la mezqui-
ta» y luego me tomó por la mano. Cuando quiso
salir le dije: ‘¿Acaso no dijiste: «Te enseñaré una
sura que es la más grande del Corán»?’ él dijo: «Es
Alabado sea Dios, Señor de los mundos...
; es: Los
siete (versos) muy repetidos; y el Glorioso Corán
que se me ha concedido» ’.
(1)
Tafsîr
(ar. explicación, aclaración, interpretación).
Es la palabra árabe que designa a la exégesis del Sagra-
do Corán. Es una de las más nobles ciencias islámicas. Es
obvio que las interpretaciones del Profeta (B y P) son las
más valiosas para los musulmanes y por ello se las men-
ciona.
(2) También llamada: “Madre del Libro” (
Umm al Ki-
tâb
). Es la sura que está al inicio de todas las copias del
Corán y es la primera en ser recitada durante el salat.