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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
1729.
‘Abdullah bin ‘Abbâs relató que alguien
le dijo: ‘Si todo hombre que le gusta lo que tiene y
le gusta ser elogiado por lo que no hizo será casti-
gado; entonces todos seremos castigados’. ‘Abdull-
ah bin ‘Abbâs le dijo: ‘¿Y qué tienes tú que ver con
ese caso? Sólo sucedió que el Profeta (B y P) invi-
tó a los judíos y les preguntó algo; ellos le escon-
dieron la verdad y le dijeron otra cosa; además, le
mostraron que ellos merecían ser elogiados por
lo que le habían dicho respecto a su pregunta y se
alegraron por lo que habían ocultado (de la Reve-
lación que recibieron en el pasado)’.
Sûrat Ul-Nisâ’ (Sura Las Muje-
res, Nº 4)
XVIII
Las palabras de Dios:
Y si teméis
no ser justos con los huérfa-
nos...
(4:3)
1730.
‘Âisha relató que ‘Urwa le preguntó so-
bre las palabras de Dios:
Y si teméis no ser justos
con los huérfanos...
y ella le dijo: ‘¡Hijo de mi her-
mana! Se refiere a la huérfana que vive en la casa
de su custodio, compartiendo sus bienes, y a él
le atrae su fortuna y su belleza, queriendo, pues,
casarse con ella sin ser justo con la dote al dar-
le la dote que le daría cualquier otro. Entonces,
se les prohibió (a los custodios) que se casen con
ellas, sino iban a ser justos con ellas y no les iban
a dar lo máximo que se le daría a una joven de su
clase. En ese caso, se les ordenó que se casen con
quien gusten de otras mujeres’. ‘Âisha agregó: ‘Y la
gente empezó a preguntar al Profeta (B y P) sobre
esa aleya; entonces descendió:
Te consultan sobre
las mujeres...
(4:127)’; y agregó: ‘Y las palabras de
Dios en esta otra aleya
con las que deseáis casa-
ros...
se refiere a que los custodios despreciaban a
las huérfanas de pocos bienes y belleza. Entonces,
se les prohibió –casarse con– las que los atraían
por su belleza o sus bienes, excepto que sean jus-
tos, porque si no los atrajese su belleza o sus bie-
nes las despreciarían’.
XIX
Las palabras de Dios:
Dios os en-
comienda al respecto de vues-
tros hijos...
(4:11)
1731.
Ÿâbir relató: ‘El Profeta (B y P) y Abû
Bakr vinieron caminando a visitarme (durante
mi enfermedad) en las casas de los Banu Salima.
El Profeta (B y P) me encontró inconsciente; en-
tonces; pidió agua, hizo la ablución con ella, y me
la regó en la cara. Yo desperté y le dije: ‘¿Qué me
ordenas que haga con mis bienes Mensajero de
Dios (B y P)?’ entonces descendió:
Dios os enco-
mienda al respecto de vuestros hijos...
’.
XX
Las palabras de Dios:
Dios no
dará ni el peso de un átomo de
injusticia a nadie...
(4:40)
1732.
Abû Sa‘îd Al-Judrî dijo: ‘Unas personas
se presentaron ante el Profeta (B y P) y dijeron:
‘¡Mensajero de Dios! ¿Veremos a nuestro Señor
el Día de la Resurrección?’. Él mencionó el ha-
diz del avistamiento de Dios que ya menciona-
mos por completo (ver Nro. 463) y luego dijo:
«En el Día de la Resurrección cada nación segui-
rá lo que adoraba. Todos los que adoraban a los
ídolos y estatuas en vez de a Dios caerán en el
Infierno hasta que no queden sino los que ado-
raban a Dios, piadosos o perversos, y algunos de
la Gente de la Escritura. Entonces se llamará a
los judíos y se les dirá: ‘¿Qué solíais adorar?’ y
dirán: ‘Adorábamos a Al-‘Uzayr (¿Esdras?), hijo
de Dios’. Entonces se les dirá: ‘Mentisteis; Dios
nunca tuvo una esposa ni un hijo ¿Qué queréis?’.
Ellos dirán: ‘¡Tenemos sed Señor! ¡Danos de be-
ber!’; se les dirá: ‘¿Queréis beber?’ y se los reuni-
rá ante el Fuego, que se presentará como una vi-
sión cuyas partes se destruyen entre sí; y caerán
al Fuego. Luego se llamará a los cristianos y se les
dirá: ‘¿Qué solíais adorar?’ ellos dirán: ‘Adorába-
mos al Mesías hijo de Dios’ y se les dirá: ‘Men-
tisteis; Dios nunca tuvo una esposa ni un hijo.
¿Qué queréis?’ y dirán lo mismo que los prime-
ros (y caerán en el Infierno al igual que los ju-
díos). Hasta que no queden sino los que adora-
ban a Dios, piadosos o pervertidos; entonces, el
Señor de los mundos vendrá a ellos en la forma
más parecida a la que ellos tenían de él y se les
dirá: ‘¿Qué esperáis? Cada nación sigue lo que
adoraba’. Ellos dirán: ‘Nos alejamos de la gente en
la vida terrenal, cuando más los necesitábamos,
y no los seguimos. Ahora esperamos a nuestro
Señor a quien adorábamos’. Dios les dirá: ‘Yo soy
vuestro Señor’. Ellos dirán: ‘No asociamos nada a
Dios’ dos o tres veces»’.