Page 272 - Sahih Al-Bujari

Basic HTML Version

272
Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
ello las palabras de Dios:
Nos vengaremos
(44:16)
se refiere al día de Badr; la palabra
lizáma
se re-
fiere a Badr.
Alif, Lám, mím.. .vencerán
y ‘los bi-
zantinos’ ya pasó’.
Sûrat Ul-Sayda (Sura La Pros-
ternación, Nº 32)
XLVII
Las palabras de Dios:
Nadie
sabe la alegría reservada para
ellos en retribución a sus obras
(32:17)
1760.
Del relato de Abû Huraira, que el Pro-
feta (B y P) dijo: «Dios dijo: ‘He preparado para
Mis siervos piadosos: Lo que ojo alguno jamás ha
visto, lo que oído alguno jamás oyó y lo que nin-
gún corazón humano jamás imaginó; todo eso
les está reservado, al lado de lo cual todo lo que
habéis visto es nada’». Abû Huraira recitó:
Nadie
sabe la alegría reservada para ellos en retribu-
ción a sus obras
.
Sûrat Ul-Ahzâb (Sura Los Alia-
dos, Nº 33)
XLVIII
Las palabras de Dios:
Puedes
dejar para otra ocasión a la
que de ellas quieras o puedes
llamar a ti a la que quieras...
(33:51)
1761.
‘Âisha dijo: ‘Solía celar a las mujeres que
se ofrecían al Mensajero de Dios (B y P) y solía
decir: ‘¿Acaso la mujer se ofrece a sí misma (a un
hombre)?’ Y cuando Dios –ensalzado sea– reve-
ló:
Puedes dejar para otra ocasión a la que de
ellas quieras o puedes llamar a ti a una de la que
habías separado, no haces mal
dije (al Profeta
(B y P)): ‘Pienso que tu Señor se apresura a satis-
facer tus deseos».
1762.
‘Âisha relató que el Mensajero de Dios
(B y P) solía pedir permiso de la mujer, entre no-
sotras, con la cual debía estar (el día en que que-
ría estar con otra), después de que se reveló esta
aleya:
Puedes dejar para otra ocasión a la que de
ellas quieras o puedes llamar a ti a una de la que
habías separado, no haces mal
. ‘Âisha agregó: ‘Yo
solía decirle: ‘Si está en mi mano, pues yo no per-
mitiré que tu favor sea dado a otra mujer’’.
XLIX
Las palabras de Dios:
¡Creyen-
tes! No entréis a las habitacio-
nes del Profeta...
(33:53)
1763.
‘Âisha dijo: ‘Sawdâ salió, después de im-
ponerse el uso del velo, a hacer sus necesidades.
Ella era una mujer obesa, fácil de reconocer para
quien la viese; y la vio ‘Umar bin Al-Jattâb; le dijo:
‘¡Sawdâ! ¡Por Dios! eres fácil de reconocer para
nosotros; así que vé como sales (para que no te
reconozcamos)’. Sawdâ se volvió sobre sus pa-
sos mientras el Profeta (B y P) estaba en mi casa
cenando con un hueso cubierto de carne en su
mano. Entró y dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)!
Salí para hacer mis necesidades y ‘Umar me dijo
así y así’. La Revelación de Dios poseyó al Profeta
(B y P) y luego lo dejó mientras el hueso seguía en
su mano sin soltarlo. Entonces el Profeta (B y P)
dijo: «Dios os ha permitido salir para vuestras ne-
cesidades»’.
L
Las palabras de Dios:
Si mos-
tráis algo o lo ocultáis... Dios
lo sabe todo...
(33:54-55)
1764.
‘Âisha dijo: ‘Aflah, hermano de Abû Al-
Qu‘ays me pidió permiso para visitarme después
de que se impuso el velo. Yo dije: ‘No le permitiré
entrar hasta consultar al Profeta (B y P); pues su
hermano Abû Al-Qu‘ays no fue quien me ama-
mantó, sino que fue la esposa de Abû Al-Qu‘ays’.
El Profeta (B y P) vino a verme y le dije: ‘¡Mensa-
jero de Dios (B y P)! Aflah, hermano de Abû Al-
Qu‘ays vino a visitarme y le negué la entrada hasta
consultarte’. El Profeta (B y P) dijo: «¿Qué evitó
que permitas entrar a tu tío (de lactancia)?» dije:
‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¡El hombre no me
amamantó sino que me amamantó la mujer, de
Abû Al-Qu‘ays!’ él dijo: «Permítele entrar; pues
es tu tío ¡Que tu diestra esté en el polvo! »’.
(1) Esta no es una verdadera invocación en árabe; no
pasa de una simple expresión de censura o reprobación.