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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
pedida: «Haz callar a la gente». Luego dijo: «No
os volváis incrédulos después de mí (muerte) al
degollaros uno a otros».
XXXIV
Lo que se recomienda decir al
sabio cuando se le pregunta
¿quien sabe más?
102.
Ubayy bin Ka‘b  relató que el Profeta (B
yP) dijo: «Cierta vez, el Profeta Moisés (B y P) ex-
hortaba a los israelitas y se le preguntó: ‘¿Quién
sabe más entre la gente?’ El dijo: ‘Yo soy que más
sabe’. Dios advirtió a Moisés que no había atribui-
do la sabiduría total a Dios y le reveló lo siguiente:
Ciertamente, hay un siervo mío donde se juntan
los dos mares; él sabe más que tu
. Moisés (B y P)
dijo: ‘¡Señor! ¿Cómo puede encontrarlo?’ Partió,
pues, Moisés, acompañado de su joven sirviente
llamado Yushâ’ bin Nûn; cargaban un pez en un
canasto. Llegaron hasta una roca donde se acosta-
ron a dormir. El pez se salió del canasto y tomó su
rumbo en el mar como por un túnel. Esto asom-
bró a Moisés y a su sirviente; quienes siguieron
caminando por el resto de la noche y el día si-
guiente. Cuando amaneció, Moisés dijo a su sir-
viente: ‘Traed nuestra comida, pues este nuestro
viaje es agotador’. Moisés no había sentido agota-
miento alguno hasta que pasó por el lugar que se
le había ordenado. Su sirviente le dijo: ‘¿Recuerdas
cuando dormimos sobre la roca? Pues he olvida-
do el pez’. Moisés dijo: ‘¡Eso es lo que buscamos!’
Así es que volvieron sobre sus pasos hasta llegar
nuevamente a la roca. Allí encontraron a un hom-
bre cubierto con un manto –o cubriéndose con
su ropa –. Moisés lo saludó; entonces, Al-Jidr  le
respondió: ‘¿Como es el saludo en tu tierra?’ Moi-
sés dijo: ‘Yo soy Moisés’. Al-Jidr dijo: ‘¿Moisés, el
de Israel?’ Moisés dijo: ‘Sí ¿Puedo seguirte para
que me enseñes de lo que se te ha inculcado?’ Al-
Jidr dijo: ‘En verdad, no me podrás tener pacien-
cia ¡Oh Moisés! Yo tengo algo de la sabiduría de
Dios que El me ha enseñado y tú no conoces. Y
(1) Ansârí de los más sabios y mejores recitadores del
Corán. Fue una de las personas que terminó de memori-
zar el Corán en vida del Profeta (B y P) y él solía recitár-
selo personalmente. Murió en el año 22 H.
(2) Esta es una duda de uno de los relatores.
(3) Así se llama este hombre procurado por Moisés.
tú tienes conocimientos de lo que Dios te ha en-
señado y yo no conozco’. Moisés dijo: ‘Me halla-
rás paciente, si Dios quiere, y verás que obedece-
ré todas tus órdenes’. Partieron siguiendo la costa
del mar. Iban a pie, pues no tenían embarcación.
Una embarcación pasó cerca de ellos y pidieron a
la tripulación que los dejen subir. La tripulación
reconoció al Jidr y decidieron llevarlos de forma
gratuita. Entonces, un gorrión se posó al borde de
la embarcación y tomó un poco de agua del mar
una o dos veces con su pico; Al-Jidr dijo: ‘¡Moisés!
Tu conocimiento y el mío no disminuyen la sabi-
duría de Dios sino en la cantidad de agua que ese
gorrión tomó del mar con su pico’. Entonces tomó
uno de los maderos del casco de la embarcación
y lo arrancó. Moisés le dijo: ‘¡Esta gente nos lle-
va sin cobrarnos nada a cambio y tú te subes a
su embarcación para perforarla y que se ahogue
su tripulación!’ Al-Jidr dijo: ‘¿No te dije que no
tendrías paciencia conmigo?’ Moisés respondió:
‘¡No me recrimines por mi olvido ni me castigues
por mi reacción!’ Así pues, la primera excusa de
Moisés fue el olvido. Luego, siguieron caminando
y encontraron a un niño jugando con otros niños.
Al-Jidr tomó la cabeza del niño con sus manos y
se la arrancó. Moisés le dijo entonces: ‘¡Has ma-
tado a un inocente que no ha matado a nadie!’
Al-Jidr respondió: ‘¿No te dije que no tendrías
paciencia conmigo?’ Y partieron nuevamente;
luego, llegaron a una aldea y pidieron comida a
sus habitantes, pero estos rehusaron darles algo.
Cuando pasaron al lado de una pared que estaba
por derrumbarse, Al-Jidr la reparó con sus pro-
pias manos y Moisés le dijo: ‘Si quisieras, podías
haber pedido algo a cambio de este trabajo’. Al-
Jidr le dijo: ‘Este es el punto donde debemos se-
pararnos’». El Profeta (B y P) añadió: «¡Que Dios
tenga misericordia de Moisés! ¡Ojalá hubiese sido
más paciente para que podamos saber más de su
historia!»
XXXV
Sobre quien, estando de pie, pre-
gunta a un erudito sentado
103.
Abû Mûsâ relató: ‘Llegó un hombre ante
el Profeta (B y P) y le dijo: ‘¡Mensajero de Dios!
¿Qué es la lucha en la causa de Dios? Pues algu-
nos de nosotros combaten por enojo o porque se
hable bien de ellos’. El Profeta (B y P) dijo: «Quien
lucha para enaltecer la Palabra de Dios (la reli-