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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
dijo: «Redúcele a este tu deuda» y le señaló la mi-
tad. El dijo: ‘Ya lo hice Mensajero de Dios’. Dijo,
entonces (a Ibn Abi Hadrad): «Levántate, pues, y
paga tu deuda».
XLIX
Barriendo la mezquita y reco-
ger los trapos, la suciedad y
los palos
288.
Abû Huraira relató: ‘Un hombre negro o
una mujer negra solía limpiar la mezquita y mu-
rió. El Profeta (B y P) preguntó por él y le dijeron:
‘Murió’. El dijo: «¿Por qué no me habéis informa-
do? Mostradme su tumba». Así que fue a su tum-
ba y realizó la oración (funeraria) por ella’.
L
La prohibición de comerciar
con el licor se dio en la
mezquita
289.
‘Âisha relató: ‘Cuando las aleyas de la sura
de la vaca sobre la usura fueron reveladas, el Pro-
feta (B y P) fue a la mezquita y las recitó a la gen-
te; luego prohibió el comercio del licor’.
LI
El prisionero o el deudor
amarrado en la mezquita
290.
Abû Huraira relató que el Profeta (B y P)
dijo: «Anoche un gran demonio  de entre los ge-
nios (
Al-ÿinn
) vino a interrumpirme en mis ora-
ciones –o algo así– y Dios me permitió vencerlo.
Quise, pues, amarrarlo a uno de los pilares de la
mezquita, para que, al levantaros en la mañana, le
veáis todos. Entonces recordé las palabras de mi
hermano Salomón: ‘¡Señor!’ dijo.
‘¡Perdóname y
regálame un dominio tal que a nadie después
de mí le esté bien. Tú eres el Munífico’
(38:35)».
LII
Una carpa dentro de la mezqui-
ta, para enfermos y similares
291.
‘Âisha relató que el día de (la batalla de)
la trinchera Sa‘d (bin Mu‘âdh) fue herido en la ar-
(1) ‘Afrît.
teria –o la vena– principal de su brazo y el Profe-
ta (B y P) levantó una tienda en la mezquita para
cuidarlo de cerca. En la mezquita había también
una tienda para los Banu Gaffár. Sorpresivamen-
te, la sangre empezó a fluir hasta su tienda. Di-
jeron: ‘¡Hey los de la tienda! ¿Qué es lo que nos
llega de vosotros?’ (lo decían por Sa‘d). Encontra-
ron que la herida de Sa‘d sangraba profusamente
y Sa‘d murió en su tienda.
LIII
Introducir un camello en la
mezquita por necesidad
292.
Umm Salama dijo: ‘Me quejé ante el Men-
sajero de Dios (B y P) de que estaba enferma. Me
dijo: «Haz la circunvalación (
Al-tawâf
) por detrás
de la gente montada (en el camello)». Y circunva-
lé (la Ka‘ba); el Mensajero de Dios (B y P) estaba
rezando al lado de la Ka‘ba recitando la sura (que
empieza con):
¡Por el Monte! ¡Por una Escritura,
puesta por escrito!
(52:1-2)’.
LIV
293.
Anas relató que dos sahabas del Profe-
ta (B y P) salieron de donde el Profeta (B y P) en
una noche oscura y eran precedidos (milagrosa-
mente) por dos luces que alumbraban (el camino)
delante de ambos. Cuando se separaron, una luz
acompañó a cada uno de ellos hasta que llegó a
su casa.
LV
Aljawja (una puertilla) y el
pasillo en la mezquita
294.
Abû Sa‘îd Al-Judrî relató que el Profeta
(B y P) pronunció un sermón y dijo: «Dios dio a
elegir a uno de sus siervos, entre lo que El tenía y
la vida mundanal, y él eligió lo que Dios tiene (re-
servado para sus siervos obedientes)». Abû Bakr
lloró; yo me dije: ‘¿Por qué llora este anciano si
Dios da a elegir a uno de sus siervos entre la vida
mundanal y lo que El tiene reservado en la otra
vida y él elige la Otra Vida?’ Aquel siervo era el
Mensajero de Dios mismo. Abû Bakr sabía más
que nosotros. El Profeta (B y P) dijo: «¡Abû Bakr!
No llores» y añadió: «Abû Bakr es la persona que
ha sido más generosa conmigo en su compañía y