Page 6 - Sahih Al-Bujari

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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
Tenéis en el Mensajero de Dios un bello y perfecto ejemplo, para quien deposita su esperanza en
Dios y en el Día Final, y recuerda a Dios frecuentemente.
(33:21) 
Lo que os trae el Mensajero, tomadlo, y aquello que os prohibe, apartaos de ello.
 (59:7)
No se ha extraviado vuestro compañero (el Profeta), ni se descarría, ni habla movido por su propio
impulso
. (53:2-3)
Di (oh Profeta): “Sólo sigo lo que proveniente de mi Señor se me inspira”.
(7:203)
Claramente la misión del Profeta no se circunscribió a la transmisión de la Revelación, el Sagrado
Corán, sino que le correspondía su implementación y puesta en práctica. El tuvo la responsabilidad de
explicar el propósito verdadero de las enseñanzas del Corán y darles una forma tangible para que la hu-
manidad pudiera ver, junto con los mandatos de Dios, el proceso de su transformación en realidad y las
formas externas en las que se deben cristalizar, ya que las palabras solas, no importa cuán poderosas y
agudas sean, no pueden ser comprendidas completamente a menos que susciten en nuestras mentes for-
mas definidas. Análogamente los preceptos, por más valiosos que sean, sólo pueden ser bien compren-
didos cuando están apoyados por ejemplos vivientes. Sin duda es un favor sin límites de Dios a la huma-
nidad el hecho de que, junto con Su Mensaje, El nos enviara a Sus Mensajeros. Recitar la revelación del
Señor, purificar las almas de la gente, enseñar el Libro de Dios y la sabiduría que hay en él son diferentes
aspectos de la misión del Profeta (B y P) que el Corán expresa claramente:
El (Dios) es quien suscitó entre los gentiles un mensajero (el Profeta Muhammad), de entre ellos
mismos, para que les recite Sus versículos, les purifique y les enseñe la Escritura y la sabiduría.
(62:2).
La influencia de la Sunnah o Tradición Profética en la cultura islámica es inmensa, y sólo puede eva-
luarse con un estudio profundo de la misma. Digamos para dar una simple idea de su magnitud que la
Sunnah
es fuente del derecho islámico (
sharî‘ah
) junto al Sagrado Corán, y que por eso sólo tiene una
injerencia profunda en el modo de vida y el pensamiento de los pueblos musulmanes. Y su acción es más
profunda aún: multitud de simples costumbres cotidianas (desde la forma de vestirse y asearse, hasta el
trato general con los demás, pasando por infinidad de otras cuestiones), son ejecutadas aún hoy por los
musulmanes siguiendo el modelo profético. Y esto para no mencionar su incidencia sobre otros muchos
aspectos de la cultura islámica: su arte, su mística, su literatura, etc.
La compilación de las tradiciones proféticas
A diferencia del Sagrado Corán, que es la Palabra de Dios para los musulmanes, y que fue registrado
por escrito en vida misma del Profeta a través de un equipo de escribas designado al efecto , los dichos y
enseñanzas del Mensajero de Dios (B y P) no se compilaron inmediatamente. Su transmisión era oral, de
padres a hijos, de maestro a discípulos. La primera generación, los contemporáneos del Profeta (B y P),
relataron lo que vieron y oyeron a las generaciones posteriores. Los árabes del Hiÿâz se destacaban por
su memoria, cultivada desde la época preislámica con la preservación de una prolija reseña de las ge-
nealogías familiares que se remontaban a épocas legendarias, y en la conservación de relatos de hazañas
y poesías. Esta excepcional memoria, potenciada por la trascendencia que tenían para esos hombres los
hechos de la historia sagrada de los orígenes del Islam, que habían vivido junto al Mensajero de Dios, hi-
cieron posible una transmisión fiel de las enseñanzas proféticas a las generaciones sucesivas.
Hubo varias excepciones a esta generalizada transmisión oral, pues algunos compañeros aisladamen-
te pusieron por escrito lo que habían escuchado del Mensajero, surgiendo así las primeras
Sahîfah
(lit.:
hojas –escritas–), como la
Sahîfah Sâdiqah
compilada por ‘Abdullah ibn ‘Amr ibn Al-‘Âs, la
Sahîfah
de
‘Alî ibn Abi Tâlib, las colecciones de hadices de Rafi‘ ibn Jadiy, Ÿâbir ibn ‘Abdillah, Samurah ibn Ÿundab,
(1) En todas las referencias al Sagrado Corán, el primer número indica la
sura
o capítulo, y el segundo detrás de los
dos puntos el o los versículos.
(2) Aparte de los escribas o
kuttâb
que aprendían de memoria y registraban la Revelación bajo la supervisión del Pro-
feta (BP), existía también un grupo numeroso de
huffâz
(sing.:
hâfiz
), memorizadores, discípulos del Profeta (BP) que
sabían todo el Corán de memoria. Aún hoy día hay entre los musulmanes, en todos los pueblos y regiones, miles de hom-
bres y mujeres con esta condición, lo que asegura una doble preservación del Libro Sagrado.