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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
ta que lo perdió de vista; estaba muy sorprendido
por su ambición. El Mensajero de Dios (B y P) no
se levantó, pues, hasta que se distribuyó la última
moneda’.
XXXII
Las mezquitas en las casas
270.
Mahmûd Ibn Rabî‘ Al-Ansârí relató que
‘Itbán Ibn Mâlik , uno de los sahabas del Mensa-
jero de Dios (B y P) y uno de los ansâríes que to-
maron parte de la batalla de Badr, dijo: ‘Fui ante el
Mensajero de Dios (B y P) y le dije: Tengo la vista
débil y dirijo a mi gente en la oración. Cuando
caen las lluvias corre (el agua por) el valle que me
separa de ellos y no puedo llegar a su mezquita
para dirigirlos en la oración. ¡Mensajero de Dios!
Quisiera que vengas a mi casa y reces en ella, así
yo tomo el lugar (donde lo hagas) como musa-
llâ’ . Mahmûd añadió: ‘El Mensajero de Dios
(B y P) vino con Abû Bakr al día siguiente cuando
el sol ya estaba alto; pidió permiso para entrar y se
lo concedí. No tomó asiento después de entrar en
la casa sino que me dijo: «¿Dónde te gustaría que
rece en tu casa?» Yo le indiqué un lado de la casa
y él se paró allí y pronunció el takbîr; todos nos
alineamos detrás de él y ofrecimos dos rak‘ât en
oración y terminamos con el taslîm. Le pedimos
que se quede a compartir una Jazîra que le había-
mos preparado. Mucha gente de nuestra familia
se reunió en la casa; uno de ellos dijo: ‘¿Dónde
está Mâlik Ibn Al-Dujaishin –o Al-Dujshun–?’
Algunos respondieron: ‘¡Ese es un hipócrita que
no ama a Dios y a su Mensajero!’ El Mensajero
de Dios (B y P) dijo: «No digas eso ¿No ves que
ha dicho: No hay Dios sino Dios con la sola in-
tención de agradar a Dios?» El hombre dijo: ‘Dios
y Su Mensajero saben más. Lo hemos visto ayu-
dando y aconsejando a los hipócritas’. El Mensa-
jero de Dios (B y P) dijo: «Pues, Dios salvará del
Fuego a quienes dicen: La ilâha illa Allah  con la
única intención de agradar a Dios».
(1) Presenció la batalla de Badr. El Profeta (B y P) lo
visitó en su casa y rezó allí. Murió durante el gobierno de
Yazîd bin Mu‘âwiya.
(2) Oratorio, lugar de oración.
(3) No hay Dios sino Dios.
XXXIII
¿Es permitido excavar las tum-
bas de los politeístas de la
ÿahiliya y usar el lugar para
hacer una mezquita?
271.
‘Âisha dijo: ‘UmmHabîba y Umm Salama
mencionaron una mezquita que vieron en Etio-
pía en la cual había imágenes. Le dijeron al Pro-
feta (B y P) y él dijo: «Esos, si un hombre piadoso
muere entre ellos, construyen un templo sobre su
tumba y hacen en él tales imágenes. Esos serán
las peores criaturas ante Dios en el Día de la Re-
surrección»’.
272.
Anas dijo: ‘Cuando el Profeta (B y P) lle-
gó a Medina se quedó en la parte alta de la ciu-
dad, con la tribu denominada Banu ‘Amrû bin
‘Awf. Con ellos estuvo el Profeta (B y P) catorce
noches; luego llamó a los Banu Al-Naÿÿâr y ellos
llegaron portando sus espadas. Aún me parece
ver al Profeta en su montura, Abû Bakr montaba
detrás de él y a los Banu Al-Naÿÿar alrededor de
ellos; hasta que llegaron a desmontar en el patio
de la casa de Abû Ayyûb. El Profeta (B y P) gus-
taba de rezar donde le alcanzara el tiempo de la
oración, a veces hasta rezaba en los corrales de
las ovejas. Luego, mandó construir una mezqui-
ta; llamó a algunos notables de Banu Al-Naÿÿár
y les dijo: «¡Banu Al-Naÿÿâr! Ponedme un precio
para este terreno cercado vuestro». Ellos respon-
dieron: ‘¡No! ¡Por Dios! No pediremos su costo
sino de Dios». Anas añadió: ‘Había algunas tum-
bas de politeístas, algunas ruinas y palmeras. El
Profeta (B y P) ordenó que se excaven las tumbas,
que se nivele el suelo todo y se corten las palme-
ras. Los troncos de las palmeras se levantaron en
la dirección de la qibla (formando una pared) y
a los lados se hicieron paredes de piedra. Los sa-
habas traían las piedras mientras entonaban ver-
sos y el Profeta (B y P) los acompañaba dicien-
do: «¡Oh Dios! No hay bien alguno fuera de la
Otra Vida; perdona, pues, a los ansâríes y a los
muhâÿirûn»’ .
(4) Los que emigraron a Medina por la causa de
Dios.