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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
días; cuando llegó el tercer día en Badr pidió que
le traigan su montura y se la prepararon; después
de marchar un poco seguido por sus sahabas, que
decían: ‘Debe haber partido por algo importan-
te’. Llegó hasta el pozo seco y empezó a llamar-
los (a los jefes de Quraysh) por sus nombres y los
nombres de sus padres: «¡Fulano hijo de Fulano!
¡Fulano hijo de Fulano! ¿Os alegraría haber se-
guido a Dios y a Su Mensajero? Pues, en verdad;
nosotros encontramos lo que nos prometió nues-
tro Señor muy cierto ¿Vosotros habéis encontra-
do muy cierto lo que os prometió vuestro Señor?»
‘Umar dijo: ‘¡Mensajero de Dios (B y P)! ¿Por qué
les hablas a cuerpos inertes sin alma?’ El Mensa-
jero de Dios (B y P) le dijo: «¡Por El que tiene mi
alma en Su mano! Vosotros no oís mejor que ellos
lo que yo digo»’.
V
La presencia de los ángeles en
Badr
1604.
Râfi‘ bin Rif ‘a‘a Al-Zuraqi, uno de los
que participó en la batalla de Badr, dijo: ‘Ÿibrîl
vino al Profeta (B y P) y le dijo: ‘¿Cómo conside-
ráis a los que participaron de Badr entre voso-
tros?’ Dijo: «De los mejores musulmanes». Ÿibrîl
le dijo: ‘Así también consideramos a los ángeles
que asistieron a Badr».
1605.
‘Abdullah bin ‘Abbâs dijo que el Profeta
(B y P) dijo el día de Badr: «Aquí está Ÿibrîl sos-
teniendo la cabeza de su caballo y lleva puesta la
indumentaria de combate».
VI
1606.
Al-Zubayr dijo: ‘El día de Badr encontré
a ‘Ubayda bin Sa‘îd bin Al-‘Âs tan cubierto por su
armadura que solo se le veían los ojos, se lo apo-
daba Abû Dhât al Karish. Dijo (vanidosamente):
‘Yo soy Abû Dhât al Karish’; cargué contra él con
mi lanza; se la clavé en el ojo y murió. Puse mi
pierna sobre él y aún así me costó mucho sacar mi
lanza de su cadáver pues ambas puntas se habían
doblado’. (‘Urwa relató:) Después el Mensajero de
Dios (B y P) le pidió la lanza y se la dio. Cuando el
Mensajero de Dios (B y P) falleció él la recuperó;
después se la pidió Abû Bakr y se la dio. Cuando
Abû Bakr falleció se la pidió ‘Umar y se la dio.
Cuando ‘Umar falleció se la pidió ‘Uzmân y se la
dio. Cuando ‘Uzmân fue asesinado quedó con la
familia de ‘Alî. Después la pidió ‘Abdullah bin Al-
Zubayr y se quedó con él hasta que fue muerto.
1607.
Al-Rubayyi’ bin Mu‘awwidh dijo: ‘El
Profeta (B y P) entró a visitarme al día siguien-
te de haberse consumado mi matrimonio; había
unas chiquillas tocando tamborcillos y cantando
las lamentaciones por mis padres que murieron
en la batalla de Badr. Una de las chiquillas dijo: ‘Y
entre nosotros está un profeta que sabe lo que nos
depara el mañana’. El Profeta (B y P) dijo: «¡No
digas eso! Di lo que estabas diciendo (antes)»’.
1608.
Abû Talha, uno de los que asistió con
el Mensajero de Dios (B y P) a la batalla de Badr,
relató que el Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Los
ángeles no entran en una casa que contiene pe-
rros o imágenes».
1609.
‘Abdullah bin ‘Umar dijo: ‘Hafsa bint
‘Umar (su hermana) enviudó de Junays bin Hu-
dháfa, uno de los sahabas del Mensajero de Dios
(B y P) que asistió a Badr, que murió en Medina.
‘Umar dijo: ‘Encontré a ‘Uzmân y le ofrecí casar-
lo con Hafsa; le dije: ‘Si deseas te caso con Hafsa
bint ‘Umar’. ‘Uzmân dijo: ‘Lo meditaré’ y después
de unas noches dijo: ‘Me parece que no me casaré
por ahora’. Luego encontré a Abû Bakr y le dije:
‘Si deseas te caso con Hafsa bint ‘Umar’. Abû Bakr
calló y no me respondió nada; yo me enojé con él
más de lo que me enojé con ‘Uzmân. Pasaron al-
gunas noches hasta que la pidió en matrimonio el
Mensajero de Dios (B y P) y lo casé con ella. Des-
pués me encontró Abû Bakr y me dijo: ‘¿Te eno-
jaste conmigo cuando me ofreciste casarme con
Hafsa y no te respondí nada?’ Dije: ‘Sí’; me dijo:
‘Lo que me impidió responder a tu ofrecimien-
to fue que el Mensajero de Dios (B y P) la había
mencionado; pero no quise divulgar el secreto del
Mensajero de Dios (B y P), si él la hubiese dejado
yo la habría aceptado (como esposa)’».
1610.
Abû Mas‘ûd Al-Badri dijo: ‘El Mensaje-
ro de Dios (B y P) dijo: «Las dos aleyas al final de
la sura ‘Al-baqara’ (sura Nro. 2) serán suficientes
para quien las recite en la noche»’.
1611.
Al-Miqdâd bin ‘Amrû Al-Kindi, aliado
de los Banu Zuhra y uno de los que luchó en Badr
con el Mensajero de Dios (B y P), dijo: ‘Dije al
Mensajero de Dios (B y P): ‘Si me encuentro con
alguien de los incrédulos y nos enfrentamos; si él
me acierta con su espada en el brazo y me lo corta
con ella, y después se refugia de mí en un árbol y
dice: ‘Me someto a Dios’ ¿Qué opinas Mensajero
de Dios (B y P)? ¿Lo mato después de haber pro-
nunciado tales palabras?’ El Mensajero de Dios