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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
le dijo: ‘¿Me permites oler tu cabeza?’ Y Ka‘b dijo:
‘Sí’. Entonces olió e hizo oler a sus acompañantes;
luego dijo: ‘¿Me permites?’ Cuando logró asegu-
rar su cabeza les dijo: ‘¡A él!’ y lo mataron; luego
fueron ante el Profeta (B y P) y le informaron’.
IX
La muerte de Abû Râfi’, ‘Abdull-
ah bin Abi Huqayq, también lla-
mado Salám bin Abi Huqayq
1617.
Al-Barâ’ relató: ‘El Mensajero de Dios
(B y P) envió contra Abû Râfi‘ el judío un grupo
de hombres de entre los ansâr, poniéndolos bajo
el mando de ‘Abdullah bin ‘Atîk. Abû Râfi‘ ofen-
día al Mensajero de Dios (B y P) y ayudaba a sus
enemigos en su contra; tenía un castillo en la re-
gión de Al-Hiÿâz. Los hombres llegaron al casti-
llo cuando ya había oscurecido, cuando la gente
empieza a llevar sus rebaños a sus casas. ‘Abdull-
ah dijo a sus hombres: ‘Quedaos aquí que yo par-
tiré hacia el guardián de la puerta; lo engañaré
y así tal vez consiga entrar’. Llegó hasta la puer-
ta y se cubrió completamente con sus vestiduras,
como quien está haciendo sus necesidades. En ese
momento ya había entrado la gente; entonces el
guardia lo llamó (creyendo que se trataba de uno
de los sirvientes del castillo) diciéndole: ‘¡Siervo
de Dios! ¡Entra si deseas entrar pues yo quiero ce-
rrar la puerta!’ ‘Abdullah bin ‘Atík dijo: ‘Entré y
me escondí. Cuando la gente terminó de entrar
(el guarda) cerró la puerta y colgó las llaves de una
estaca clavada; yo las tomé y abrí la puerta. Abû
Râfi‘ disfrutaba de una amena charla nocturna en
una de sus habitaciones. Cuando sus amistades se
fueron subí a él; cada puerta que habría la cerraba
por dentro, pues dije: ‘Si me descubren no podrán
llegar a mí hasta que lo mate’. Cuando llegué a él,
vi que estaba en una habitación totalmente oscu-
ra entre su familia y no podía saber dónde se en-
contraba exactamente; así que dije: ¡Abû Râfi‘! y
él respondió: ‘¿Quién es?’ me dirigí hacia el origen
de la voz y le di un golpe con la espada. Por mi
nerviosismo no pude matarlo y él gritó; yo salí,
entonces, de la casa y me quedé no muy lejos; lue-
go volví a él y le dije: ‘¿Qué voces son esas Abû
Râfi‘?’ me dijo: ‘¡Ay de tu madre! ¡Un hombre en
mi casa me golpeó con una espada!’ Entonces lo
golpeé fuertemente de nuevo y tampoco lo pude
matar; luego le clavé la espada en el vientre y se
la hundí hasta atravesar su espalda y sólo enton-
ces supe que lo había matado. Entonces empecé a
abrir las puertas una por una; hasta que llegué a
unos escalones y di un paso, creyendo haber lle-
gado ya al suelo, di un paso y caí en una noche de
luna llena. Me rompí la pierna y me la vendé con
un turbante. Me dirigí hasta la puerta y me sen-
té allí; me dije: ‘No saldré esta noche, hasta que
sepa: ¿Lo habré matado?’ Cuando cantó el gallo
se levantó un heraldo del fallecimiento sobre la
muralla y gritó: ‘¡Anuncio la muerte de Abû Râfi‘,
mercader del Hiÿâz!’ Sólo entonces partí a reunir-
me con mis hombres y les dije: ‘¡Pongámonos a
salvo pues Dios hizo morir a Abû Râfi‘!’ Y fui ante
el Profeta (B y P); le informé de lo ocurrido y me
dijo: «Extiende tu pierna». Yo extendí mi pierna y
él la frotó suavemente con su mano y quedó como
si nunca hubiese sufrido problema alguno».
X
La batalla de Uhud
1618.
Ÿâbir bin ‘Abdullah dijo: ‘Un hombre
dijo al Profeta (B y P) el día de Uhud: ‘¿Si me ma-
tan dónde estaré?’ El Profeta (B y P) le respondió:
«En el Paraíso» y el hombre lanzó unos dátiles
que tenía en su mano y salió a combatir hasta que
fue muerto’.
XI
Cuando dos grupos de los vues-
tros proyectaron abandonar, a
pesar de ser Dios su amigo, ¡que
los creyentes confíen en Dios!
(3:122)
1619.
Sa‘d bin Abi Waqqâs dijo: ‘Vi al Men-
sajero de Dios (B y P) el día de Uhud y lo acom-
pañaban dos hombres que lo defendían; vestían
ropajes blancos y combatían con extrema bravu-
ra. Nunca antes los había visto ni los llegué a ver
después’.
1620.
Sa‘d bin Abi Waqqâs relató también: ‘El
Profeta (B y P) me sacó un carcaj con flechas y me
dijo: «¡Lanza! ¡Que mi padre y mi madre sean tu
rescate!»’
XII
No es asunto tuyo si Dios los
perdona o los castiga. Han
obrado injustamente
(3:128)
1621.
Anas bin Mâlik dijo: ‘El Profeta (B y P)
fue herido el día de Uhud y dijo: «¿Cómo tendrá