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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
119). ¡Por Dios! nunca Dios me había agraciado
tanto, en mi consideración, después de guiarme
al Islam, que cuando fui sincero con el Mensaje-
ro de Dios (B y P) y no le mentí, pues perecería
como perecen los que mienten. Pues Dios dijo a
los que mintieron, cuando descendió la Revela-
ción, lo peor que se haya dicho a alguien, pues
Dios dijo:
Cuando regreséis a ellos os pedirán ju-
rando por Dios, que les dejéis...
(hasta)
...Os con-
juran que aceptéis sus excusas. Pero, si vosotros
las aceptáis, Dios no las aceptará del pueblo per-
verso
(9:95-96)’.
Ka‘b agregó: ‘Nosotros fuimos retrasados, en
el veredicto, en relación a los que el Mensajero de
Dios (B y P) aceptó cuando le juraron y le rogó
a Dios que los perdone. El Mensajero de Dios
(B y P) postergó decidir sobre nuestra situación
hasta que Dios mismo dio su veredicto; por eso
Dios dijo:
Y a los tres que fueron dejados atrás
hasta que la tierra, a pesar de su vastedad, les
resultó angosta...
(9:118). Y las palabras de Dios
no se refieren a nuestra ausencia en la campaña,
sino que trata del retraso y la postergación del
Mensajero de Dios (B y P) en decidir sobre nues-
tro asunto, en comparación a los que le juraron
(mentiras) y se excusaron, siendo inmediatamen-
te aceptadas sus excusas’.
XLVII
Las cartas del Profeta al César
y a Cosroes
1700.
Abû Bakra dijo: ‘Dios me benefició
con unas palabras que oí del Mensajero de Dios
(B y P) en los días del camello (la batalla del ca-
mello Al-Ÿamal), cuando casi me uno a la gente
del camello para combatir junto con ellos. Cuan-
do el Mensajero de Dios (B y P) se enteró de que
los persas habían coronado a la hija de Cosroes
como reina, dijo: «La gente que da el gobierno a
una mujer nunca tendrá éxito »’.
XLVIII
La enfermedad del Profeta
(B y P) y su muerte
1701.
‘Âisha dijo: ‘El Profeta (B y P) llamó a
Fâtima en su enfermedad, de la cual murió, y le
(1) Abû Bakra no se unió a la “gente del camello” pues
quien los dirigía era una mujer, ‘Âisha, que los comanda-
ba desde su camello.
dijo algo en secreto que la hizo llorar; luego la
llamó y le comentó algo más en secreto y ella se
puso a reír. Cuando le preguntamos nos dijo: ‘El
Profeta (B y P) me dijo en secreto: Que iba morir
en esa su enfermedad, por eso lloré; luego me co-
municó en secreto que yo sería la primera de su
familia en seguirlo, por eso reí».
1702.
‘Âisha también relató: ‘Solía oír que nin-
gún profeta moría hasta que se le dé a elegir entre
esta vida terrenal y la Otra Vida. Yo oí al Profeta
(B y P) decir en su enfermedad, de la que murió,
con su voz ronca: «
Con los justos a los que Dios
ha agraciado
(4:69)» y deduje que ya le habían
dado a elegir’.
1703.
‘Âisha también relató: ‘El Mensajero de
Dios (B y P) decía cuando estaba sano: «Ningún
profeta muere hasta que ve su lugar en el Paraíso;
después se le da la vida o se le da a elegir». Cuan-
do se enfermó de la enfermedad de la que murió;
cuando su cabeza estaba apoyada en mi muslo se
desmayó. Cuando despertó dirigió su mirada al
techo de la casa y dijo: «¡Por Dios! ¡Que sea con
la más elevada compañía!» entonces, yo dije: ‘¡No
nos elige a nosotros entonces!’ y supe que era la
confirmación de las palabras que nos decía de
sano’.
1704.
‘Âisha también relató que cuando el
Mensajero de Dios (B y P) se enfermaba recitaba
las mu‘awwidhât (suras 113 y 114) y luego se so-
plaba su propio cuerpo y se lo masajeaba con la
mano. (Dijo:) ‘Cuando enfermó de la enfermedad
de la que murió, empecé a soplarle después de re-
citar las mu‘awwidhât y le frotaba el cuerpo con
su propia mano’.
1705.
‘Âisha también dijo: ‘Escuché al Profeta
(B y P) antes de que muera, mientras estaba apo-
yado en su espalda, y le oí decir: «¡Por Dios! ¡Per-
dóname, ten misericordia de mí y reúneme con la
más elevada compañía!»’
1706.
‘Âisha, en otra versión, también dijo: ‘El
Profeta (B y P) murió cuando tenía su cabeza en-
tre mi pecho y mi mentón; por eso no me des-
agrada la agonía de muerte de nadie después del
Profeta (B y P)’.
1707.
‘Abdullah bin ‘Abbâs relató que ‘Alí bin
Abi Tâlib salió de donde estaba el Profeta (B y P)
padeciendo la enfermedad de la cual murió. La
gente dijo: ‘¡Abû Al-Hasan (Padre de Al-Hasan)!
¿Cómo amaneció el Profeta (B y P)?’ dijo: ‘Ama-
neció sano por la gracia de Dios’. Al-‘Abbâs bin
‘Abdul Muttalib lo tomó por la mano y le dijo: