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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
que sus mejillas enrojecieron –o su rostro–. Dijo:
«No tienes nada que hacer con él; tiene su agua y
sus piernas, con seguridad podrá encontrar agua
y comer de los árboles, así que déjalo hasta que lo
encuentre su dueño». El hombre dijo: ‘¿Y las ove-
jas perdidas?’ El Profeta (B y P) respondió: «Para
ti o para tu hermano o para el lobo».
81.
Abû Mûsâ relató: ‘El Profeta (B y P) fue
preguntado por cosas que detestaba; cuando las
preguntas ya fueron excesivas se enojó. Luego
dijo: «Preguntadme lo que gustéis». Un Hom-
bre dijo: ‘¿Quién es mi padre?’ El Profeta (B y P)
le dijo: «Tu padre es Hudhâfa». Luego se levan-
tó otro y preguntó: ‘¿Quién es mi padre, Mensa-
jero de Dios?’. El Profeta (B y P) respondió: ‘Tu
padre es Sâlim, siervo de Shayba’. Cuando ‘Umar
vio (El enojo) en el rostro del Profeta (B y P) le
dijo: ‘¡Mensajero de Dios! ¡Nos arrepentimos ante
Dios!’.
XX
Repetir tres veces las palabras
para que sean comprendidas
82.
Anas relató que el Profeta (B y P) solía re-
petir tres veces sus palabras, para ser mejor com-
prendido; y cuando visitaba a alguien y lo saluda-
ba, lo hacía tres veces.
XXI
El hombre enseñando (la reli-
gion) a su sierva y a su familia
83.
Abû Mûsâ relató que el Mensajero de Dios
(B y P) dijo: «Tres personas tendrán una doble re-
compensa:
1. Un hombre de la Gente de la Escritura que
creyó en su Profeta (B y P) (Moisés, Jesús, etc.) y
creyó en Muhammad (B y P),
2. El siervo que cumple con sus obligaciones
ante Dios y ante su amo,
3. Un hombre que posee una sierva, con la
cual tiene relaciones sexuales, y la educa de buena
manera y le enseña (la religión) de buena manera
para luego liberarla y casarse con ella; éste hom-
bre tendrá una doble recompensa».
XXII
El imâm predicando y enseñan-
do a las mujeres
84.
Ibn ‘Abbâs relató que el Mensajero de Dios
salió acompañado por Bilâl. Se dirigió hacia las
mujeres porque pensó que no le habían oído. Les
predico y les ordenó dar limosna. Algunas muje-
res empezaron a donar sus anillos y sus pendien-
tes y Bilâl los iba recolectando en un extremo de
su túnica.
XXIII
La dedicación para (aprender)
el hadiz
85.
Abû Huraira relató: ‘Dije: ‘¡Mensajero de
Dios! ¿Quién será la persona más afortunada que
cuente con tu intercesión el Día de la Resurrec-
ción?’ El Mensajero de Dios (B y P) dijo: «Abû
Huraira, supuse que nadie me preguntaría eso
antes que tú pues conozco tu dedicación para el
relato de las nuevas. La persona más afortunada
que contará con mi intercesión el Día de la Resu-
rrección será aquél que dijo sinceramente desde
el fondo de su corazón: No hay deidad (que me-
rezca adoración) sino Dios»’.
XXIV
Cómo será retirado el conoci-
miento (religioso)
86.
‘Abdullah bin ‘Amrû bin al ‘Âs dijo: ‘Oí al
Mensajero de Dios (B y P) decir: «Dios no reti-
ra el conocimiento retirándolo de una vez de los
corazones de los hombres sino que lo hace con la
muerte de los sabios. Así será hasta que no quede
sabio alguno. La gente tomará a ignorantes como
sus líderes y éstos, al ser consultados emitirán su
juicio sin tener conocimiento. Se desviarán y des-
viarán a la gente»’.
XXV
¿Se debe dedicar un día especial
para enseñar a las mujeres (ex-
clusivamente)?
87.
Abû Sa‘îd Al-Judri dijo: ‘Las mujeres di-
jeron al Profeta (B y P): ‘Los hombres tienen la
suerte de estar más tiempo contigo. Dedícanos
pues un día (de tu enseñanza)’. El les prometió
un día para enseñarles a ellas exclusivamente. Así
lo hizo y les predicó e instruyó. Entre lo que les
dijo está: «La mujer, entre vosotras, que entregue