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Oficina de Cultura y Difusión Islámica • Argentina
Sahîh Al-Bujârî
ra vivo (después de tu muerte) para rogar a Dios
el perdón para ti e invocarle por ti!». ‘Âisha dijo:
‘¡Ay que he perdido mi hijo!  Yo creo que tú quie-
res mi muerte; ¡si eso sucediera, pasarías el resto
del día acostado con una de tus mujeres!’ El Pro-
feta (B y P) dijo: «Es, más bien, a mí que me duele
la cabeza; intenté –o: Quise– enviar por Abû Bakr
y su hijo para nombrarle mi sucesor, que no sea
que unos digan cosas y otros deseen cosas. Pero
después me dije: ‘Dios no permitiría que sea de
otra manera y los creyentes evitarían que sea de
otra manera’».
VII
Los deseos de muerte de un
enfermo
1958.
Anas bin Mâlik relató que el Profe-
ta (B y P) dijo: «Que nadie de vosotros desee la
muerte por una calamidad que le azota; y si no
puede evitar desearla, que diga: ‘¡Por Dios! Dame
vida mientras la vida sea un bien para mí y dame
la muerte cuando la muerte sea un bien para
mí’».
1959.
Jabbâb relató que se hizo siete cauteri-
zaciones. Dijo: ‘Nuestros compañeros que murie-
ron (en la época del Profeta (B y P)) se fueron sin
disfrutar de las delicias de este mundo. Y nosotros
hemos conseguido tal riqueza que no hallamos
dónde gastarla sino en tierra (para construir edi-
ficios). Si el Profeta (B y P) no nos hubiese prohi-
bido rogar por la muerte, hubiese rogado morir’.
1960.
Abû Huraira dijo: ‘Oí al Mensajero de
Dios (B y P) decir: «Las buenas obras de la per-
sona no lo introducirán en el Paraíso». Dijeron:
‘¿Ni a ti Mensajero de Dios (B y P)?’ dijo: «No, ni
a mí; excepto que Dios me cubra con gracia y mi-
sericordia. Así pues, sed moderados en vuestras
obras y realizad lo que está en vuestras posibili-
dades. Ninguno debe desear la muerte; si es un
bienhechor debe incrementar sus buenas obras; si
es un malhechor debe arrepentirse»’.
(1) Esta expresión no se interpreta literalmente; los
árabes acostumbraban usarla para expresar incomodi-
dad, disgusto o lamentarse. Y cuando decían: ‘¡Ojalá tu
madre te haya abortado!’ expresan sólo desaprobación y
censura.
VIII
La plegaria del visitante por el
enfermo
1961.
‘Âisha relató que el Mensajero de Dios
(B y P) solía decir (invocando a Dios), cuando vi-
sitaba a un enfermo o se le traía uno: «Llévate el
mal ¡Señor de la gente! ¡Sana que Tú eres el sana-
dor! ¡No hay sanación sino la Tuya! Una cura que
no deja enfermedad alguna».
69. El Libro de la Medicina
I
Dios no envió enfermedad algu-
na sin enviar su cura
1962.
Abû Huraira relató que el Profeta (B y P)
dijo: «Dios no envió enfermedad alguna sin en-
viar su cura».
II
La curación está en tres cosas
1963.
‘Abdullah bin ‘Abbâs dijo: ‘El Profeta
(B y P) dijo: «La curación está en tres cosas: Un
trago de miel, el uso de ventosas y en la cauteri-
zación; pero yo prohibo a mi nación la cauteriza-
ción»’.
III
El tratamiento con miel y las
palabras de Dios:
(de las abejas)
De su abdomen sale un liquido
de diferentes clases en el cual
hay remedio para los hombres
(16:69)
1964.
Abû Sa‘îd relató que un hombre llegó
ante el Profeta (B y P) y le dijo: ‘Mi hermano tiene
un problema en su vientre. El Profeta (B y P) dijo:
«Dale de beber miel». El hombre vino por segun-
da vez y el Profeta (B y P) le dijo: «Dale de beber
miel». El hombre vino por tercera vez y el Profeta
(B y P) le dijo: «Dale de beber miel». Cuando el
hombre volvió, dijo: ‘Lo hice’. Entonces el Profeta